Hechos, no versos

El reciente anuncio del gobierno celebrando la recaptura de José Adolfo Macías, alias “Fito”, ha sido presentado como un logro de gestión, conectando con precisión quirúrgica esa operación con la reciente aprobación de leyes contra el crimen organizado. Pero en este relato falta una parte esencial: tan responsable es el gobierno de la fuga de Fito, Fede y otros delincuentes más, como de la captura de uno solo de ellos. Si la historia se cuenta, que se cuente entera.

Aristóteles distinguía entre el historiador y el poeta: el primero se somete al rigor de los hechos; el segundo goza de la licencia de narrar lo posible, lo creíble, aunque no sea verificable. Esa es la virtud de la verosimilitud. Pero ni los periodistas ni los políticos —ni quienes ejercen la opinión pública— pueden vestirse con el manto del poeta. El deber es más austero: investigar, contrastar y narrar lo cierto.

No es una ley —recién aprobada y aún sin aplicación concreta— la responsable de una operación que requirió meses de inteligencia y coordinación entre fuerzas policiales y militares. Asociar su captura con una legislación reciente no es más que una maniobra retórica. Una más.

Y, sin embargo, lo preocupante no es solo el intento del poder por apropiarse del relato, sino la disposición —a veces entusiasta— de ciertos sectores mediáticos y políticos para repetirlo sin contrastarlo. En tiempos de redes, viralizaciones y narrativas veloces, la verosimilitud ha sustituido al hecho.

Las y los ciudadanos no necesitan relatos. Necesitan certezas: seguridad, salud, empleo. Para eso, hace falta un periodismo que actúe como historiador, no como poeta; que escarbe, que incomode, que se rija por la evidencia, no por la dramaturgia. También hace falta una política que no viva del efecto inmediato de una buena historia, sino del resultado sostenido de buenas decisiones.

“Fito” está de vuelta en La Roca. Ese es un hecho. Pero convertir ese hecho en hito exige más que titulares, efectos especiales y frases para enmarcar. Exige responsabilidad, contexto, y verdad. Y eso solo se logra con una ciudadanía que exija pruebas, y con voces públicas dispuestas a ser más historiadoras que poetas.

Lcda. Bridget Gibbs

Periodista y escritora. Norteamericana de nacimiento, pero cuencana de corazón. Radicada en Cuenca desde hace 45 años. Lleva una década colaborando con la página editorial de El Mercurio.

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