La canallada de Petro y otros recuerditos

Gerardo Maldonado Zeas

“Patria se escribe con A de mujer” dijo Claudia Scheimbaum; además, cuando hizo cálculos matemáticos para mostrar sus supuestos conocimientos de oratoria numérica ante los mexicanos, parecía alumna de Don Ramón, del Chavo del 8, resaltó algún comediante. Quien mucho habla, mucha yerra da a entender la Biblia en Proverbios 10,19. Políticos de a real, dados de estadistas, estrepitosamente cuestionados por sus excesos de palabrería barata e inocua. Y de actos reñidos con la lógica y la decencia, al conceder asilo político a la saga de “amigos” revolucionarios del socialismo del siglo XXI, fugados por sus reñidos actos desde varios países miembros de la franquicia.

Han hecho una cofradía de desaciertos, como los de la autoría inconfundible de Gustavo Petro: “si logramos que una serie de actividades de la sociedad colombiana que hoy se consideran crimen, no se consideren crimen más adelante, pues habrá por definición menos crimen en Colombia”. Con razón concedió la nacionalidad a Jorge Glas, un legítimo prontuariado, en un acto reconfortante con sus propios delirios, en aquellas horas en las cuales sus alucinaciones son el fundamento de la solidaridad militante, “el proletarios del mundo uníos” escrita en la lápida de Carlos Marx. Consecuencia de principios sólidos dirá, perseguido político argumentará, una serie de explicaciones banales encontrará. ¿Cómo se sentirán los colombianos decentes, con semejante acto de infinita solidaridad? Glas, quien termina siendo el tonto útil de la inescrupulosa farra revolucionara, es un condenado de la justicia ecuatoriana, paga sus culpas, pese a los reclamos de una serie de amigos íntimos de la tendencia, dados de intelectuales y adherentes, unidos para adorar la impunidad.

Los gobiernos de México y Colombia mantienen enemistades marcadas con el gobierno de Noboa, que no son únicamente por razones ideológicas, sino porque a ellos no les gusta la independencia judicial, las sentencias a los panas, la correcta aplicación de la ley. Este último acto de Petro es considerado una represalia infantil, consecuencia de que Ecuador deportó a presos colombianos, quienes junto a los venezolanos representaban la mayor población carcelaria extranjera.

La decisión de nacionalizar a Glas y pedir al Ecuador la liberación del condenado para ser trasladado a Colombia, es una ridícula propuesta. En 2022 la Embajada Alemana ratificó que este sujeto también tiene la nacionalidad germana, pronunciándose de manera categórica: “en el marco de la asistencia consular que otorgamos a cualquier ciudadano alemán se incluye la posibilidad de observar el proceso judicial. Esta observación del proceso está estipulada en la Convención de Viena sobre Asuntos Consulares y es un acompañamiento rutinario”. Por esto, cumple su condena en La Roca sin ninguna interferencia diplomática.

Este hecho, es otro intento desesperado de la “jorga’ internacional punible por tratar de liberar a un preso sentenciado por delitos públicos, y la consecuente afectación al interés general y el orden de la sociedad. Igual como cuando el gobierno de López Obrador intentó sacarle a Glas del país, utilizando su Embajada. En verdad, no entienden nada. (O)

Econ. Gerardo Maldonado

Economista, abogado. Posgrado en Finanzas y Proyectos INCAE Bussiness School. Máster en Administración en Tecnológico de Monterrey. Actualmente cursa una maestría en Derecho de Empresas. Poeta y escritor.

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