Los hijos del “Quinto Río”

Muchos años atrás andaban escondidos, ni siquiera olfateaban el mal olor que comenzaba a dispersarse. Si lo olían, se tapaban las narices.

Si fueron parte del banquete del poder, o es que estuvieron de acuerdo con que el oro que está bajo los páramos, sea extraído, o es que callaron por complicidad, por no incomodar, a su turno, a los dueños del país.

El “monstruo” iba acomodándose poco a poco.

Cuando comenzaron las primeras protestas, en tono peyorativo decían: son unos pocos “ponchudos”, “malolientes”, “polleronas”, “sombrerudos”,  “campesinos”.

Apenas unos pocos titulares, unos cuantos comentarios en las esquinas del parque Calderón, los más, insultantes, despectivos.

Viendo que el “monstruo” encontraba vía abierta para meter su cabeza en las entrañas del páramo, unos cuantos quijotes se unieron a la “campesinada”, o emularon su lucha desde sus propias trincheras.

Comenzaron, entonces, a gestarse acciones más contundentes, presiones más radicales para que las respectivas administraciones municipales, del gobierno provincial, salgan de sus modorras y tomen decisiones políticas, si bien tibias al inicio, o jugando a las escondidas según el vaivén del gobernante de turno.

Así comenzó a gestarse el “Quinto Río”. Superando los celos, las desconfianzas, las diversas organizaciones fueron abriéndole la trocha, luchando en los juzgados, en la “tremenda Corte”, hablando claro en asambleas, movilizando a los apagados, a los confortables, a quienes debían defender el agua pero competían con el topo.

El “monstruo” minero fue bautizado por el gobierno del “Nuevo Ecuador” entregándole la fe de bautizo, es decir la licencia ambiental, no sin antes haber sido amamantado por el “Gobierno del Encuentro”, por el “Gobierno de Todos”, por el Gobierno de “Los corazones ardientes” y de otros tantos que yacen en el olvido.

Entonces comenzó a crecer el Río aquél. De gotita en gotita. En las alturas del poder nadie lo imaginó, ni siquiera la arrogante ministra nacida en un manzano sin agua; peor Roy Gilchrist. Se les vino encima y, pese a advertencias, han tenido que retirarle la fe de bautismo, sopena de ahogarse políticamente.

El “Quinto Río” se desbordó el 16 de septiembre de 2025.

Por desgracia, comienzan a salir los “hijos” del “Quinto Río”. Esos que quieren reflotar sobre sus aguas, aprovechar su corriente, adueñarse de su cauce.

¡Preocúpense de tener vela para su propio entierro político! 

Ya lo dije. Ojo, no sea que esos aprovechadores quieran conformar un movimiento político nombrándolo “Quinto Río”. Eso nomás. (O)

Lcdo. Jorge Durán

Periodista, especializado en Investigación exeditor general de Diario El Mercurio

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