Dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios. Falso.
Dios no está en la ecuación de haber elegido un gobierno guiado por la pasión de un odio visceral. En fin, no es tiempo de llorar sobre la leche derramada. Es momento de unirnos y exigir nuestros derechos ciudadanos. El Presidente está para servirnos con políticas públicas, no con shows mediáticos difundidos por redes sociales. La comunicación y la razón de comunicar han cambiado demasiado en estos tiempos.
Mientras la imagen de Labinia comiendo con cuchara en una cocina armada en un set circula en redes, los pueblos indígenas alzan su voz exigiendo el subsidio al diésel. Son veintiún días de paralización que ha dejado más de 150 heridos, 96 detenidos y algunos desaparecidos. Y lo más indignante, la vida de Efraín Fuérez se apagó en las vías de Cotacachi–Otavalo, provincia de Imbabura.
Parece que lo referido no es relevante. La estrategia de ADN es declarar feriado desde el 9 de octubre para que los ecuatorianos “disfruten” como si todo estuviera bien.
Las mentiras se están normalizando mientras se eliminan subsidios y no se entregan las asignaciones económicas para que los GAD cantonales ejecuten sus proyectos según las necesidades del territorio. Les atan las manos a las autoridades que no son afines; un ajuste de cuentas que limita la libertad de pensamiento. Sin embargo, sí hay dinero para depositar por adelantado el décimo de diciembre.
Tanta eficiencia sorprende. Si todo está tan bien como se dice, empecemos entonces por atender la salud pública y la educación. Las escuelas se caen a pedazos y los hospitales dejan morir por falta de medicinas básicas. ¿De qué eficiencia hablamos cuando lo esencial está en ruinas?
Dos años después, este gobierno sigue sin conectar con sus mandantes, con la gente que enfrenta cada día el deterioro de los servicios y la indiferencia del poder.
La política pública no puede ser un discurso bien armado ni un espejismo mediático. Debe ser firme, coherente y, sobre todo, humana. Solo así dejaremos de aplaudir la apariencia del progreso y comenzaremos a exigir resultados reales. (O)