El próximo 16 de noviembre, el Presidente convoca a una consulta popular con cuatro propuestas: permitir la instalación de bases militares extranjeras en el Ecuador, reducir el número de asambleístas, eliminar el financiamiento estatal a los partidos políticos y llamar a una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución.
Esta consulta no es inocente ni de buena voluntad. Convocar a una Constituyente, además de costar 200 millones de dólares que podrían destinarse al desarrollo del país, busca instaurar un régimen autoritario y eliminar a la Corte Constitucional, pilar esencial de nuestra democracia.
Una nueva Constitución sería el escenario perfecto para concentrar el poder en pocas manos, subordinadas a los intereses de los grupos económicos más poderosos del mundo. Es el capricho de un gobernante que, como tantos otros, persigue la razón absoluta y el aplauso de quienes lo manejan. Estamos al borde del abismo: decir NO es lo único que puede salvarnos. (O)
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