Durante más de dos décadas, la cuencana Paola Pérez, conocida con cariño en el mundo atlético como la ‘Piru’, fue una de las principales figuras de la marcha ecuatoriana. En su andar dejó huellas imborrables en pistas nacionales e internacionales, representando al Azuay y al Ecuador.
Hoy, a sus 35 años, decide poner punto final a su carrera profesional para abrir una nueva etapa centrada en su familia y en los proyectos que comparte con su esposo, Juan Matute.
Su última participación oficial en la marcha fue en el Campeonato Nacional, realizado meses atrás en Sucúa. Desde entonces, Paola optó por cerrar el ciclo competitivo de alto rendimiento.
“Son decisiones que cuestan, pero se sienten en paz. El deporte me dio todo: experiencias, amistades sinceras, logros que jamás olvidaré… pero creo que llegó el momento de priorizar mi hogar, la crianza de mi pequeño Abraham y los proyectos familiares”, expresó.
Aunque su despedida no fue acompañada de una gran ceremonia, Pérez se muestra serena. “No hay tristeza ni frustración”, confiesa. “Estoy tranquila, muy agradecida con el deporte. Fueron 24 años dedicados a la marcha, desde que empecé a los 11. Cada kilómetro valió la pena”.
En diálogo con El Mercurio, recordó con emoción su más reciente participación atlética, cuando compartió podio con su hermana en la Maratón de las Iglesias. Para ella, fue gratificante cruzar la meta junto a María. “Sentí que todo lo que hice sirvió de ejemplo para mi familia”, contó con una sonrisa.
Decisiones con propósito
Hoy su rutina es distinta, pero no menos intensa. Entre el cuidado de su hijo y el negocio familiar (empresa de cronometraje) que administra junto a Matute, encuentra un nuevo tipo de satisfacción.
“Ahora estoy más tranquila. Puedo dedicarme a Abraham, a nuestro hogar y a los proyectos que tenemos como familia. Ya no tengo la presión del alto rendimiento”, explica.
Sin embargo, el deporte sigue presente, aunque desde otro enfoque. “Sigo corriendo, participando en maratones, pero ya por gusto. No compito profesionalmente, lo hago por salud, por pasión. El deporte siempre será parte de mi vida”.
El retiro no fue una decisión repentina. Paola cuenta que, pese a tener el respaldo de su familia y la ilusión de regresar, la realidad cambió con la llegada de su maternidad.
“Teníamos todas las ganas de volver; incluso me estaba preparando para el Sudamericano de Marcha, pero ya con mi pequeño se volvió más difícil. Perdí el apoyo institucional y decidí priorizar mi tranquilidad. No fue culpa de nadie, solo entendí que cada etapa tiene su tiempo”.
La maternidad, dice, transformó su forma de ver la vida. “Es la mejor etapa que he vivido. Estoy feliz, disfrutando cada día, acompañando a Juan en sus metas y aportando desde donde puedo al deporte”.
Hoy observa con orgullo a nuevas figuras como Paula Torres y Glenda Morejón, quienes siguen marcando el paso de la marcha azuaya y ecuatoriana.
La Piru no descarta participar en más pruebas pedestres, incluso fuera del país. Se plantea correr una maratón internacional en enero.
Después de 26 años caminando con disciplina y entrega, Paola Pérez da un paso al costado con la serenidad de quien cumplió su misión. “No sé si volveré a competir en la marcha, la vida da vueltas. Pero hoy estoy donde quiero estar: en paz, con mi familia y agradecida por todo lo que viví”.











