Ecuador ha tenido un accidentado constitucionalismo. Lo que es un sinuoso camino hacia el progreso. Las razones: varias. Hay una a la que casi nunca se la quiere ver: la idea —que aparece cada promedio de diez años— de que hay que rehacer todo, y no se rehace nada. Que hay un enemigo en el país. Que la Constitución no sirve. Y que es mejor cambiarla.
Con fundamento. Ecuador ha tenido 19 constituciones promulgadas. Una no se publicó, en 1938; por eso algunos cuentan 20. Los textos constitucionales han sido diversos, siempre incrementando el poder presidencial. Siempre. Un poco menos la de 1929. Incluso, hemos tenido constituciones que permitieron que personas no nacidas en el territorio fueran presidentes (por ejemplo, el venezolano Juan José Flores). Algunas eliminaron la figura del vicepresidente (1851, 1869, 1878, 1906, 1929 y 1948). Otras fueron entusiastas del bicameralismo (1835 o 1967). Se configuró designar jueces a cargo del presidente, del Congreso o, en ocasiones, del Consejo de Estado. No sé por qué siempre les gustan los jueces. Digamos no sé.
Como antes estábamos plagados de caudillos codiciosos de más poder, los constituyentes fueron cautos sobre la reelección. En 1929 y 1979 eliminaron toda reelección presidencial. La Carta Garciana de 1869 hizo lo contrario. El Tribunal de Garantías Constitucionales apareció en 1945, aunque el control de constitucionalidad en nuestro país ya fue contemplado desde la Constitución de 1851, y recogido el esquema en las de 1906 y 1929.
Últimamente escucho que se dice que hay muchos derechos reconocidos. Lo dicen a diestra y siniestra, pero ignoran que los derechos humanos no requieren estar positivizados (escritos), pues la inherencia a la persona es tal que sería un error exigir un enunciado normativo previo. No hace falta; y si lo está, no implica creación de derecho alguno. Pues su cumplimiento no depende de la preexistencia de normas. No vale engañar.
Entonces, a las constituciones les imputan la culpa de todos los males, de las pandemias y, por poco, de la Covid-19. Yo no voté por la actual Constitución, porque provino de esos engaños farragosos y diseñó autoritarismo. Por años he sostenido cómo desmontarla vía reformas no traumáticas. En EE. UU. tienen una sola desde 1787 con enmiendas. Pero bueno, ya usted repasó historia constitucional o accidentado constitucionalismo ecuatoriano. Entonces, ya, mejor haga de una vez su lista de deseos constitucionales. (O)
@jchalco










