Sabía que algo especial llevaba esta palabra con simplemente pensarla. Emana cierto romanticismo en su fonética que parecería ser francesa. Sin embargo, su origen es italiano, con la palabra duetto, y aunque es común utilizar y comprender su significado al decir duet en otros idiomas como el inglés, español y portugués, encontré que es el alemán, duett el que más se acerca a la escritura de las cuatro letras como consta en el título de hoy.
El dúo, estaba reservado a la música, para las interpretaciones de dos instrumentos o dos voces. Su etimología es justamente eso, dos del italiano due, que a su vez viene del latín dos, y se añade el diminutivo –etto. En las composiciones de dúos, se cuida que, al haber un dueto, se otorgue igual importancia a cada una de las dos partes, personas o instrumentos que la conforman. Es decir, sentimos un complemento perfecto en las melodías, y no es solo el acople de dos, es compenetrarse en una sola obra, aunque se distingue la individualidad de cada participante.
Hoy, los dúos o duetos han evolucionado en el uso y aplicación que tuvieron originalmente. Los vemos en escenarios de conciertos, en la danza con el “pas de deux” (paso a dos) del ballet, en artes visuales, e incluso en el mundo digital de redes sociales, utilizando la imagen o voz propia para duplicar recuadros y armar videos de famosos retos. Y llamó mi atención una acepción bajo el principio de enlace químico “la regla del dueto” aplicada a ciertos elementos ligeros como el hidrógeno en el cual sus átomos por sí solos son inestables y se asocian a otro átomo para ganar estabilidad.
Es común encontrar duetos entre cantantes, complementándose por su tono de voz, comunidad a la que representan o el estilo musical. Así, hemos visto enlazarse la música de Juan Gabriel y Rocío Durcal; unirse regiones gracias al tenor italiano Andrea Bocelli y la estadounidense Gwen Stefani; la interpretación que estremece del Acto II Pas de Deux del Lago de los Cisnes; reacciones físicas y químicas entre dos elementos y cuánto más. Hay un cortometraje llamado Duet, de Glen Keane que le “dediqué” a mi esposo al casarnos porque me identificaba en esa danza de la vida de caminos diferentes que en algún momento nos unen. Y diría que toda unión conlleva arte, mucho arte… a duet. (O)







