Los florindos se han multiplicado

En la vecindad de El Chavo, doña Florinda, muy de nariz fina, aunque vivía en un entorno de comunidad de recursos medio bajos, se pensaba de otra clase social. Si solo lo pensara no tendría importancia; lo preocupante era su comportamiento discriminatorio hacia el resto. Roberto Gómez Bolaños representó muy bien una realidad social que no cambia en Ecuador. Aterrizando en Latinoamérica, este último año ha surgido una nueva clase social: los florindos.

Personas chiras, de clase media, que creen que por sus venas fluye sangre azul y se identifican con las clases pudientes a las que tampoco pertenecen. Pobres, andan perdidos como mote cuencano en ceviche manaba. Y como en todo nuevo contexto social, hay que buscar un culpable.

Esta vez, la culpa es de Correa: el único responsable de haber invertido en educación y de abrir nuevas perspectivas a un grupo social que antes no percibía desarrollo. Antes de su “correa”, los ancianos se morían de viejos y pocos lograban comprar una vivienda. Luego llegó él y cambió la dinámica, permitió que gente de treinta años en adelante tuviera casa propia. De locos, pero cierto. Vivienda al alcance de las mayorías y la oportunidad de estudiar, incluso hacer maestrías y doctorados.

No estoy para defender posturas políticas porque en este campo se puede tostar granizo, pero el tema de los florindos nace de ese dolor de no entender al ser racional: cómo muchos olvidaron sus necesidades y sus realidades de barrio, y ahora, bajo un color lila, se creen parte de la nueva clase social del nuevo Ecuador.

Cada quien es libre de vivir en el país de sus ilusiones, pero esperemos que eso no nos pase factura. He visto mandos medios de la época de la revolución ciudadana ejercer cargos en una administración de derecha. Algo no concuerda: los principios, los valores y las filosofías de servicio.

Al final, los florindos no desaparecieron: solo cambiaron de vecindad. (O)

Lcda. Karina López

Lcda. Karina López

Comunicadora Social y escritora. Autora de una novela corta y colaboradora en libros colectivos. Combina la creación literaria con el periodismo. Fue periodista en Grullamerluc.
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