Siete meses después de la elección presidencial, en segunda vuelta, los ecuatorianos retornan este domingo 16 de noviembre de 2025 a las urnas.
Lo hacen para responder a tres preguntas del referendo y una de consulta popular.
En los últimos lustros, los electores se han pasado de elección tras elección, entre consultas y referendos cada cierto tiempo, a veces en seguidilla.
Y dependiendo de los resultados de este domingo, posiblemente deban concurrir pos dos ocasiones más, asimismo en seguidilla; y al año siguiente a las seccionales para elegir alcaldes, prefectos y juntas parroquiales rurales.
No siempre esas convocatorias continúas implican madurez democrática, cuando bien los motivos por los cuales se las hace pueden ser debatidos en las instancias correspondientes.
El pueblo puede y debe ser convocado a las urnas cuantas veces sean necesarias si así lo amerita la realidad nacional, exclaman quienes ejercen el poder, o él mismo lo exige, aunque para este último caso se le ha hecho cuesta arriba.
Muy por encima de cualquier interpretación, incluso de intuir el estado de ánimo, los electores se pronunciaran hoy sobre temas básicos del convivir nacional.
No queda sino esperar la amplia participación ciudadana, el imperio de la paz, y la madurez política necesaria para aceptar los resultados finales cuya única fuente confiable es el Consejo Nacional Electoral.
Mañana lunes será otro día para la clase política; igual para el resto de ecuatorianos. Volverán al trabajo, así sea el informal, a preocuparse de sus problemas cotidianos.
Ganadores y perdedores sabrán procesar los resultados con altura y dignidad. Si así ocurre, como lo abogamos, ganará la democracia, la sensatez y la paz social.
Demasiados problemas tenemos los ecuatorianos, algunos de ellos gravísimos, como para seguir autodestruyéndonos, y de paso, a la república, alimentado la polarización.









