Procesar bien los resultados

Si de verdad sopesáramos con honestidad, con sentido de patria, los resultados de la consulta popular y del referendo, valdría decir que no hay perdedores ni ganadores.

Pero no. En un país dividido, polarizado, anclado en un péndulo pernicioso, difícil encontrar cuando menos un punto medio.

Tan pronto como se conocía la tendencia irreversible del No, comenzaban también a asomar sus dueños; igual hubiera ocurrido de ganar el Sí.

Quedan, más bien, lecciones para aprender, comenzado por plantearnos si las preguntas sugeridas, ¿de verdad, fueron resueltas?, ¿o es que toda anda bien en el Ecuador?

¿Conviene seguir echando (abusando) mano de estas instancias democráticas, que siempre terminan convirtiéndose en probación o desaprobación de la gestión presidencial; en aprovechar la ocasión para descargar el odio, ¿la desmesura y la vendetta política?

Cuarenta y ocho horas después de la concurrencia a las urnas, algunos de los problemas sobre los cuales se preguntó, siguen y seguirán siendo parte del panorama nacional, insufrible, por cierto; continuará el “debate” sobre si conviene plantear reformas parciales o enmiendas a la Constitución, es decir, el cotorreo verbal de toda la vida.

Apaciguadas las aguas cuyas olas pretendieron, para bien o para mal, o lo menos mal, movilizar los muros de la república, al gobierno no le queda sino redirigir su brújula, comenzado por dar baja a varios de quienes son parte de su séquito de confianza, entre ellos a algunos ministros u otros funcionarios de alto rango; pues lejos de ser un punto de apoyo constituyen un lastre, no solo por su inoperancia, su estilo confrontativo, cuanto porque son un lunar desde lo ético.

A los demás, redefinir su visión del país. Si pretenden traducir los resultados en términos de apoyo político, no solo es vanidad, sino que, gran parte del electorado, aquel sin membretes, está harto de ver el péndulo que se quiere construir.

REM

REM

REDACCION EL MERCURIO
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