Acostumbrado al triunfo, es la primera vez que una propuesta del gobierno de Daniel Noboa pierde de manera unánime en las urnas. Existen múltiples lecturas, pero la más relevante es que el presidente interprete adecuadamente el mensaje y rectifique, pues más allá del contenido de las preguntas, el resultado expresa una evaluación a su gestión.
En este sentido, la agenda política de los próximos meses debería modificar sus prioridades, dejando de lado los asuntos constitucionales y concentrándose en lo legislativo y en la gestión pública para atender las necesidades ciudadanas. Tampoco deben ignorarse las vocerías durante la campaña.
En el caso del NO, movimientos sociales, sindicatos, ambientalistas y académicos articularon mensajes cercanos a la población sobre los posibles riesgos de “lo que se podía perder” si se instauraba una Asamblea Constituyente.
Del otro lado, la vocería se centró en el Jefe de Estado, quien, en lugar de presentar propuestas, debió aclarar o rectificar cuestionamientos sobre la instalación de bases militares y su impacto ambiental, las líneas rojas de no regresión de derechos y la falta de una explicación clara sobre los contenidos mínimos de una nueva Constitución.
Este proceso electoral revela un país altamente polarizado que, aunque confió en abril pasado en otorgar un nuevo mandato a Daniel Noboa, también le envía un llamado de atención y expresa que no desea retroceder en lo logrado.
No será una agenda sencilla para los próximos meses, pero desde esta columna se augura la posibilidad de un pacto de mínimos en seguridad, atención ciudadana, bienestar social y reactivación productiva. (O)
@andresmartmos








