Con el derecho a opinar y discrepar podemos comentar los resultados del domingo 16 del proceso plebiscitario que se convocó por interés nacional o por la necesidad de encontrar respuestas a las crisis que vivimos.
Y, digo que fue de interés nacional, porque siempre la opinión ciudadana es de vital importancia para la organización de la sociedad civil. Un punto esencial a tener en cuenta en estos procesos es la libertad ciudadana que en el sistema democrático es y debe ser practicada con el necesario respeto a los principios y valores que definen nuestra calidad cívica. Alguien dijo en un momento del debate que se produjo por la convocatoria presidencial para responder a las preguntas propuestas, que en democracia es fácil ser y opinar según lo que conciba nuestra conciencia, pero que en un estado totalitario discrepar es imposible, porque en una dictadura, sea comunista o fascista, simplemente no existe la libertad, esa es la diferencia, una diferencia que en el mundo libre debemos aprender a vivirla.
En esta mundo nuestro una parte mayoritaria del electorado con entera libertad sufragó negando la propuesta de convocar a la Asamblea Constituyente al igual que las demás preguntas, y así llegamos a la conclusión de que con todo derecho muchos más prefieran seguir con una asamblea nacional de 150 o si es del caso 200 asambleístas como también que apoyen seguir financiando a los movimientos y partidos políticos con el presupuesto del Estado y que una mayoría rechace la instalación de bases militares extranjeras para que coadyuven en el control de las mafias y el crimen internacional.
Esa es la realidad.
Bueno, en democracia debemos aprender a respetarnos y saber rectificar, porque gobernar es eso: GOBERNAR, entonces el gobierno debe seguir ajustando sus programas a la realidad nacional atendiendo la solución de los problemas sociales, cumpliendo a la letra la ley y el Programa con el que se asumió la Presidencia. (O)








