A pesar del poco tiempo para una consulta/referéndum, con una campaña limitada y poca información; el 16 de noviembre el Ecuador habló con firmeza y con conciencia.
La ciudadanía demostró que cuando se auto informa, reflexiona y vota más allá de colores o discursos, la democracia se fortalece y trasciende a la dualidad. Esta vez, el sentido común y la responsabilidad colectiva, si marcaron la diferencia.
Desde el campesino que trabaja la tierra y el obrero que enciende motores cada mañana, hasta la madre que prepara el desayuno, el empleado con su computadora, el servidor público en ventanilla, el vendedor ambulante o el emprendedor que no descansa: Todos con una sola voz, hablamos y cumplimos.
Ya elegimos a nuestras autoridades y con ello asumimos ajustes duros: el IVA al 15%, el retiro del subsidio al diésel y otras medidas que golpean la economía familiar. Hemos cargado sobre nuestros hombros la factura del esfuerzo nacional. “Todo por el bien de todos”
Ahora exigimos coherencia:
Solicitamos, que los recursos destinados para esa nueva constitución se orienten a lo obvio: medicinas, hospitales que funcionen, carreteras seguras, escuelas fortalecidas, barrios y fronteras protegidas; que se resguarde el territorio del crimen organizado, contrabando, lavado y de las redes ilícitas que destruyen comunidades enteras.
Es tiempo de cuidar nuestros páramos y garantizar la soberanía hídrica, esto es clave para atraer inversiones sostenibles y reducir el riesgo país.
La consulta popular nos recordó que la democracia no es un espectáculo: es un derecho que se ejerce, se vigila y se defiende.
Hoy corresponde al Gobierno responder con seriedad, eficacia y resultados; junto a la gestión con los nuevos ministros, se honre la confianza expresada por todo un pueblo en las urnas. (O)








