Mientras estábamos en la sobremesa, miraba a mi hijo trabajar profundamente concentrado en un documento. Era el examen para sus estudiantes de 8vo año de Educación Básica: Lengua. Esa misma asignatura que me enseñó el gran Oswaldo Encalada y que, con el tiempo, se volvió una condición del ser comunicadora; una vocación que ahora comparto con mi hijo.
Mientras me explicaba qué destrezas debía identificar en sus alumnos, conversábamos sobre libros, cuentos, un poema del abuelo, una canción favorita. Él, con entusiasmo, me mostraba ejemplos de géneros literarios con los que se había divertido junto a sus estudiantes. Esa sensación me llevó de inmediato a la sala de la Escuela Central, donde María Eugenia Moscoso estaba por recibir la medalla y el diploma que certifican su ingreso a la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Yo escuchaba atenta su disertación, que parecía reivindicar la inspiración de la profesora que a tantas generaciones formó.
María Eugenia Moscoso Carvallo nos ofreció una intervención luminosa sobre la obra de Jorge Carrera Andrade. Nos llevó de la mano por sus textos más significativos, deteniéndose en los versos más pequeños para revelar su inmensidad. Me enseñó el valor del contexto, de la experiencia vivida, de las culturas que nos atraviesan y que dejan huella en las letras. No existirían los Microgramas sin su paso por Japón; Carrera Andrade dejó que su vida se filtrara en su obra, del mismo modo que María Eugenia nos permite admirarla a través de su mirada.
Esos cruces y esas perspectivas son, quizás, su sello más generoso. Profesora de la Universidad de Cuenca, autora e investigadora de la literatura ecuatoriana, María Eugenia nos acerca a los autores que, con metáforas, ensayos y versos, intentan explicar el mundo, la cotidianeidad y las dimensiones íntimas del pensamiento. Ella se convierte en portavoz de esas miradas y, en ese oficio noble, también nos entrega la suya.
Es un honor para Cuenca contar con María Eugenia Moscoso, María Augusta Vintimilla, Sara Vanegas, Oswaldo Encalada, Jorge Dávila, entre otros, quienes representan a esta región en el maravilloso universo de las letras instalado en la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Esas letras que ahora mi hijo —el profe Caleb— busca con afán para despertar en sus estudiantes el cariño por la prosa, el verso, el cuento, la lírica y el ensayo. (O)
@avilanieto





