El gobierno de Noboa ha convertido la gestión pública en un espectáculo de marketing. Amplía feriados, anticipa bonos, sortea premios y conciertos como si el país fuera una rifa permanente. Pero mientras reparte “alegría” inmediata, recorta 182 millones de dólares a la educación superior pública. Ese es el verdadero mensaje detrás de la publicidad oficial.

No se trata solo de un ajuste técnico: significa menos becas, laboratorios detenidos, universidades sin capacidad de investigación, jóvenes que verán sus sueños postergados o cancelados. Un país que recorta en educación recorta en futuro. 

Se ven afectadas 18 universidad públicas, en su mayoría aquellas que brindan educación a la población indígena, rural y que no puede migrar para estudiar, como la Universidad Amazónica IKIAM, pero también está la Central del Ecuador.

La propaganda intenta convencernos de que el gobierno “piensa en la gente”, pero solo buscan distraer de lo fundamental: se está debilitando el derecho a una educación superior de calidad, gratuito y garantizado por la Constitución.

La ciudadanía no puede conformarse con premios de consolación mientras le vacían las aulas. Un gobierno que invierte más en su imagen que en la formación de su gente no está construyendo un país, está construyendo una ilusión. (O)

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