Nuestro Niño Viajero

No es de yeso sino de carne y hueso.
No nació en pesebre, ni en compañía de ovejitas o burritos. Lo hizo en cuna de oro, y con Disneylandia a sus pies rendida.
Concebido entre verdes bananeras, no nació en Belén sino en edén americano, cuna de chequeras.
La suerte del platudo, quiso que, sin ser amenazado por rey alguno a morir degollado, de vivir a brincos entre Santa Elena y New York pase a gobernar un país por la línea ecuatorial cruzado.
Cruzado el pecho con la banda presidencial, con zapatos ¨raspahielos¨, luciendo su corte alemán, y gafas Emporio Armani, que además de antirreflectantes son antibalas y antiamoríos, por el mundo va disque en pos de inversiones, pero más por vacaciones, y mucho más para disipar su decepción tras la lección dejada por la derrota del 16-N.
Pobre nuestro Niño Viajero. De gana le fastidian por tanto viaje, ya por el Viejo Continente, ya por el país del sol naciente, ya por donde reina Felipe VI, ya por donde comienza la Patagonia, ya por donde impera el Pato Donald.
Cuando menos un mes de holganza se merece nuestro Niño.
Con tanto coro por él armado, no se sabe cuándo mismo va por descanso, para reuniones confidenciales aunque no se sabe con quiénes, peor sobre qué ni para qué caracoles.
De un día de viaje oficial, amanece con otro que disque es personal. Otro día anochece aterrizando en el avión presidencial, y despierta volando en avión comercial. ¡Qué manera de alzar el vuelo!
Muchos de sus fieles devotos, aquellos que le echan incienso y mirra; peor los enviados por el Herodes fugitivo, el amado por sus “todes”, no atinan a ser saber por dónde mismo anda aquel dichoso y caprichoso Niño.
Peor lo sabe ni le importa la plebe, aquella muchedumbre enloquecida por el “lleve lo que pueda” en estos días de “viernes negro”, llevándose kilómetros de papel higiénico como si se les hubiera triplicado la longitud del intestino grueso.
En estos días de fiesta de los “Chullas”, a nuestro Niño Viajero no le ofrecerán la clásica serenata al pie de su palacio. Es la bravata devenida en dulce venganza de uno de los tres “tibios” tras ser descubierto el pleno “hornado pillo” e incumpliendo requisitos para contratar a los artistas para la semana del fandango.
Pero nuestro Niño, que no sabe ni de chicha ni de mayorales, tendrá este martes su propia serenata.
De pastorcitos y burritos hará su alta corte de conmilitones de palacio, sus troles y sus trolos; le llevarán en andas, le cantarán villancicos desafinados; le pedirán que vuelva pronto de su larga gira porque se quedan sin presidente ni nadie quien mienta.

Lcdo. Jorge Durán

Lcdo. Jorge Durán

Periodista, especializado en Investigación exeditor general de Diario El Mercurio
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