Eva Cañizares dejó Cuenca, Ecuador, a los tres años. En 2002, su infancia quedó plasmada en recuerdos y relatos familiares que despertaron en ella una nostalgia profunda. Aunque creció en España, formó una familia y construyó estabilidad, sus raíces ecuatorianas nunca desaparecieron.
Veintitrés años después, regresó a Cuenca acompañada de su esposo español, Carlos José González, con un proyecto que une migración, retorno e inversión: un hotel de tres estrellas en el Centro Histórico de Cuenca, simbolizando un nuevo comienzo.
España: encuentro y decisión de volver

Vista privilegiada desde Tikva hacia las cúpulas de la Catedral y las torres de las iglesias del Centro Histórico, un diálogo directo entre patrimonio y hospitalidad. / Xavier Caivinagua A,
Eva y Carlos se conocieron en el norte de España, ella en Palencia, él en Burgos. Se enamoraron, se casaron y comenzaron a imaginar una vida fuera de lo seguro. La pandemia fortaleció esta idea, especialmente durante la espera de su primera hija, Maggie Polat.
“Cuando estaba embarazada sentía que me faltaba algo”, comenta Eva. La conexión con sus raíces y con Cuenca fue el motor de su regreso.
Carlos conoció la ciudad a través de los relatos de Eva: su patrimonio cultural, la calidez de su gente y la belleza natural. Tras analizar seguridad, calidad de vida y proyección, la pareja apostó por regresar y empezar un proyecto de inversión.
Hotel Tikva: inversión y esperanza en Cuenca

Eva comenta que eligieron invertir en un hotel porque la hostelería ya era parte de su vida. En España manejan bares y restaurantes. / Xavier Caivinagua A.
El Hotel Tikva, nombre que significa “esperanza” en hebreo, representa más que un negocio: es un puente entre España y Ecuador, pasado y futuro. Eva y Carlos aplican su experiencia en hostelería europea para crear un proyecto que genere empleo local y potencie el talento joven de Cuenca.
El edificio de casi 2.000 metros cuadrados fue anteriormente la discoteca Level y ha sido transformado respetando estructuras originales, puertas y habitaciones, combinando una decoración que integra lo español con lo ecuatoriano.
Aprendizajes del retorno migrante

Eva y Carlos junto a Pamela Carrión (I), el chef Kevin Juca y Débora León (D), los colaboradores cuencanos que forman el primer equipo de Tikva,
un proyecto hotelero que apuesta por empleo joven y talento local en el Centro Histórico. / Xavier Caivinagua A.
Adaptarse a Cuenca no fue automático. Eva y Carlos han aprendido a integrar horarios, costumbres y prácticas locales con su experiencia europea, aplicando puntualidad, mejora continua y trabajo en equipo.
Como emprendedores y padres de una niña pequeña, organizan roles y toman decisiones juntos, mostrando que el emprendimiento migrante requiere flexibilidad y compromiso.
“Nunca es el momento correcto. Si existe la chispa interna, hay que hacerlo”, asegura Eva.
La apuesta por el talento local en Hotel Tikva

El chef Kevin Juca aplicará una propuesta de fusión basada en productos locales. Explica que la propuesta busca platos claros, bien ejecutados y con identidad y pensados
para un público diverso. / Xavier Caivinagua A.
Hotel Tikva se sostiene sobre el talento joven cuencano. Desde cocina, recepción hasta administración, cada profesional aporta cercanía y calidad en la experiencia de los huéspedes.
- Gastronomía local con toque español: el chef Kevin Juca fusiona productos como mote pillo, mellocos y ocas con técnicas europeas y hierbas locales, creando platos con identidad local y atractivos para un público diverso.
- Recepción y hospitalidad: Débora Carrión es la cara del hotel, ofreciendo orientación turística y mostrando la cultura del Centro Histórico de Cuenca.
- Gestión financiera y administrativa: Pamela León combina capital extranjero con operaciones locales, asegurando sostenibilidad, cumplimiento normativo y administración responsable. (I)







