Cuando el deporte baja el ritmo: Navidad, familia y pausa mental lejos de la competencia

Andrés López, jugador del Deportivo Cuenca junto a su esposa Rossy y su hija Pía. XCA

Diciembre no solo marca el final de una temporada deportiva. Para muchos atletas, es el momento en el que el ruido de los estadios se apaga, los cronómetros se detienen y la mente, por fin, respira. Tras un año de competencias, viajes, lesiones, triunfos y frustraciones, la Navidad aparece como un punto de equilibrio; un espacio íntimo donde el deportista vuelve a ser hijo, padre, esposo o hermano.

En la ciudad, el futbolista del Deportivo Cuenca, Andrés ‘Pollo’ López, abrió las puertas de su hogar para mostrar ese otro rostro que pocas veces se ve, el del jugador lejos de la cancha, compartiendo con su esposa Rossy Bravo y su hija Pía, en un ambiente donde el fútbol queda en segundo plano.

Para López, la temporada fue larga y emocionalmente exigente. El equipo se ilusionó con objetivos mayores, vivió golpes duros y cerró el año con la sensación de haber estado cerca. Sin embargo, en estas fechas, el enfoque cambia. “Son momentos para descansar, para entregar a la familia el tiempo que durante el año no siempre se puede dar”, reconoce.

La rutina del fútbol profesional, concentraciones, viajes y entrenamientos, suele robar tiempo valioso al hogar. Por eso, las fiestas de diciembre representan una especie de recompensa emocional. En casa de los López, la Navidad se vive con tradiciones familiares, fe y dinámicas pensadas en los más pequeños. El árbol, el pesebre, la oración y la mesa compartida se convierten en símbolos de unión.

Rossy Bravo, periodista deportiva y compañera de vida del futbolista, lo explica desde otra perspectiva, la del entorno que también carga con la presión del resultado. “El estado de ánimo del deportista influye en toda la familia. A veces se normalizan insultos y críticas, pero quienes están alrededor también las sienten”, señala.

El descanso no significa indiferencia. Para López, la gratitud hacia la hinchada del Deportivo Cuenca es permanente. Reconoce el respaldo en los momentos más complejos y deja un mensaje claro: el club es patrimonio de la ciudad y debe ser cuidado por todos. Hoy, sin botines ni uniforme, su prioridad es otra, compartir, agradecer y recuperar energías.

El hogar de los hermanos Enderica Salgado

Esa misma pausa se vive en otra disciplina, pero con igual intensidad. En el hogar de los hermanos Enderica, la Navidad también significa reencuentro. Una familia marcada por la natación, donde el deporte es parte de la identidad, pero no lo ocupa todo.

Tras un 2025 cargado de competencias, compromisos laborales y viajes constantes, los hermanos Esteban, Juan Fernando, Xavier y Santiago Enderica lograron juntarse para celebrar la Navidad, un hecho que durante el año no siempre resulta sencillo.

Xavier Enderica, hoy vinculado al ámbito empresarial sin perder el contacto con el deporte, reconoce que estas fechas son claves para reencontrarse. “Ha sido un año con muchas situaciones deportivas y de trabajo, por eso la Navidad nos permite volver a estar todos juntos”, comenta.

Para Santiago Enderica, actual presidente de la Federación Ecuatoriana de Natación (FENA), la agenda tampoco da tregua. Los viajes y compromisos dirigenciales son constantes, pero destaca que siempre existe un espacio para compartir en familia. “Por más ocupaciones que haya, la familia sigue siendo el punto de equilibrio”, señala.


La familia Enderica Salgado se reúne para celebrar la navidad.

El menor del grupo, Esteban Enderica, cerró el año con un broche de oro tras su participación en los Juegos Bolivarianos, donde consiguió dos medallas doradas y dos de plata. Luego de meses de exigencia física y mental, valora este tiempo de pausa, más aún en una Navidad especial, la primera junto a su hija. “No siempre se puede estar en familia durante el año. Estas fechas nos permiten vivir el verdadero sentido de estar juntos”, afirma.

En ese proceso, Juan Fernando Enderica, entrenador y hermano mayor, cumple un doble rol: guía deportiva y sostén familiar. Entrenar a Esteban implica compartir muchos momentos fuera del hogar, pero también reconocer que no es fácil reunir a todos durante la temporada. “Durante el año es complicado coincidir, pero la Navidad hace posible que estemos todos”, resume.

En casa, el ambiente cambia. Ya no se habla de marcas ni tiempos, sino de hijos, sobrinos, risas y planes. Los Enderica, como muchas familias vinculadas al deporte, aprovechan diciembre para fortalecer los lazos que sostienen cualquier carrera. (D)

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Ismael Alvarado

Ismael Alvarado

Licenciado en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas deportivas de todas las disciplinas a nivel nacional. Producción y contenido para medios digitales.
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