Año nuevo: ¿Vida nueva?

Lectores amigos de EL MERCURIO: que en este día tengamos tiempo y ánimo suficiente para despedirnos del año que termina y que mañana tengamos fortaleza y ganas de recibir al 2026 que inicia. Tenemos una gran ventaja sobre el resto de compatriotas: sabemos de qué lío salimos y en qué lío nos metemos nuevamente; pero, además, sabemos a ciencia cierta cómo debemos actuar para erradicar males y para revivir la voluntad adormecida.

Llevo noventa años sujeto a una mentira convertida en realidad. La humanidad basada en estudios y muchos deseos un buen día creó esta sensación de abandonar lo viejo para iniciar algo nuevo, de manera diferente.

Aquello que se inició en el cuarto de un estudioso pronto se convirtió en un colchón en el cual descansa toda la humanidad, con diversas variantes. Parece ser que la monotonía es parte del tinglado humano: nos acostumbramos a rituales, los repetimos y muy poco pensamos en los qué y por qué lo hacemos.

Se afirma que la quema del año viejo nació en Guayaquil en las postrimerías del siglo XIX, después de la mortal fiebre amarilla. El último día del año se recopilaba la ropa usada durante el mal, en familias y barrios, para quemar cualquier residuo a fin de evitar contagios. Al poco tiempo se hizo una costumbre, luego una tradición. En lugar de la fiebre se quemaba más tarde al año que terminaba, por todo aquello de malo que había sucedido a nivel de país o de barrios. Lo demás vino por añadidura: monigotes, testamentos, viudas, etcétera. El fantasma de la epidemia desapareció, pero en su lugar quedaron los bemoles de cada uno de los años que debían ser quemados en público. Finalmente, estas fiestas se convirtieron en tradiciones. El comercio percibió su bondad y lo convirtió en un renglón muy propicio para la venta, a troche y moche, de tantas cosas que alimentan los gustos por el año que viene y los enojos con el que termina. Para una sana o insana alegría todo pretexto es bueno y lucrativo.

Hoy, 31 de diciembre, termina el año 2025. Es posible que en esta noche lo quememos con una euforia desacostumbrada, conscientes de que termina una época de ingratos recuerdos, llena de zozobra e inseguridad. Que el 2026 los ecuatorianos sintamos vergüenza de ser aquello que ahora somos. (O)

Dr. David Samaniego

Dr. David Samaniego

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Fundador de Ecomundo, Ecotec y Universidad Espíritu Santo en Guayaquil. Exprofesor del Liceo Naval y Universidad Laica (Guayaquil), Rector del colegio Spellman (Quito) y del colegio Cristóbal Colón (Guayaquil).
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