Suele decirse que las armas, no matan, que la gente es quien mata. Es una frase oportuna para el momento aunque han pasado algunos días de la muerte de un general en Irán y por ahí se dice que ese hecho robótico y de sangre a la vez, es lo que llevará a una guerra a la que no irán los protagonistas por supuesto, sino los soldados porque si fueran los generales o los gobernantes el mundo viviría en paz.
Y es que con este acontecimiento se confirma que el ser humano es quien mata. Hoy en día, los drones, volvieron a ser noticia en el mundo con fines bélicos al margen de lo que pueden ser utilizados en el área científica o de ayuda humanitaria, de lo que no se nos viene a la cabeza. Y claro eso nos lleva a pensar que la tecnología toma decisiones como es la vida de una persona.
Las armas tradicionales disparan donde apuntas, se dice, hoy usando datos encuentras al enemigo y en menos que cante un gallo se cumple la misión, es decir se acaba con el enemigo sin riesgo. En buen romance los drones son armas inteligentes, son el arma de moda y con la que no te ensucias las manos con sangre ni se necesita un uniforme de combate ni estar en el campo de batalla, luchando cuerpo a cuerpo como se hizo en nuestra América en el proceso independista.
Robótica y aeronáutica se juntan para destruir. Y es que al parecer Einstein vuelve a tener razón cuando había dicho “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo tendrá solo una generación de idiotas”, debiendo sumarse a ello el celular que es también donde encuadra el pensamiento del autor de la teoría de la relatividad. Con la muerte del general iraní los drones se han convertido en los protagonistas de la historia contemporánea y la guerra tradicional para la tertulia. La tecnología permite esconder el rostro y la mano asesina, así como la calumnia. (O)