Con el primer mandato de Correa, los gabinetes ampliados se han convertido en práctica usual. Su objetivo: llenar de ilusiones los oídos de los asistentes, aplacar las reacciones sociales y sobre todo obtener réditos políticos. No son -de ninguna manera- actos en que se solucionen los problemas locales, peor los grandes problemas nacionales, que no sólo son grandes sino muchos. En un par de horas, que es el tiempo que duran, no pueden ser debidamente analizados, como corresponde, peor, resueltos. La sabiduría popular los define como un simple juramento a la bandera, es decir como actos de poca monta, -bueno depende de quien sea el de la monta-, pero esa es otra historia. Lo cierto es que son usualmente irrelevantes, y por irrevelantes, de dudosa trascendencia.
El gobierno nacional acaba de honrar a la provincia del Azuay, en particular al cantón Paute -su principal sede- con un solemne gabinete ampliado. Los justificados reclamos de los profesores jubilados de ese noble cantón pusieron la nota de rebeldía y de rechazo a un gobierno que los habría maltratado y que por reiterados incumplimientos estaría al borde de provocar la quiebra del seguro de vejez. No pudieron detenerlos, pese al cerco militar y policial de gran envergadura que se empleó para proteger al respetable gabinete que venía preparado para mojarse el poncho en la compleja tarea de solventar su grave problemática.
Pero su acción no podía detenerse allí, tenía que dejar una impronta de inigualable relevancia o que, al menos, cogiera la barriga; y dentro de su programa, se dio el lujo de inaugurar una cancha sintética en nuestro centenario Colegio Benigno Malo, la segunda de las 2.000 que ofreció estrenar dentro de su período. Resumiendo al máximo se podría decir que cumplió con una oferta sintética que nos enaltece sobremanera. ¡Aleluya!. (O)