Nadie duda de la seriedad del Exembajador Francisco Carrión, quien no es político “premiado” con alguna función diplomática, ni familiar de un “pez gordo” del gobierno de turno. Por eso a los ecuatorianos nos dejó la profunda preocupación, acerca de cómo el gobierno está manejando las relaciones con “La Gran Potencia del Norte”.
El Exembajador sostiene que no fue cesado en sus funciones, sino que él se adelantó, parece que “cuánticamente” a las intenciones del Presidente de la República, y presentó la renuncia, antes de que “lo renuncien”. Francisco Carrión ha señalado que él no descuidó el ámbito comercial de sus responsabilidades, ya que, según dice, él hizo más por fortalecer las relaciones comerciales que algunos antecesores suyos, “cocteleros” o meramente improvisados, ya que se ha dado el colmo en épocas anteriores, cuando mandaban nomás a cualquier cristiano a las súper delicadas funciones de Embajador ante los Estados Unidos de América.
El Exembajador Carrión, que lo sepamos, no es ningún miembro del Foro de Sao Paulo, ni participa de la agenda del “Socialismo del Siglo XXI”, simplemente el diplomático en cuestión es un hombre que se preocupa por la soberanía del país, y por lo tanto protestó por el hecho de que los aviones de reconocimiento norteamericanos, que monitorean las aguas territoriales y costas del país en busca de droga, entren y salgan del espacio aéreo nacional como “Pedro en su casa”, cuando en todos los países del mundo, para este tipo de operaciones, existen los respectivos convenios, que deben ser públicos, a fin de que la ciudadanía conozca de ellos.
Lo peor es una respuesta oficial a la denuncia de Carrión, en el sentido de que no se necesita ningún marco jurídico para esas operaciones de monitoreo que los “amigos gringos” están realizando. Caramba, qué cosas. Entonces según esa lógica pueden venir nomás aviones chinos, rusos, iraníes o venezolanos a volar sobre nuestras costas, porque no se ha necesitado ningún convenio para que vengan a nuestros aires.
La salida del Exembajador Carrión de sus funciones en Washington por su patriótica preocupación demuestra que en materia de soberanía andamos muy mal. (O)