La Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Diana Atamaint, se salvó “por un pelo” de su espesa y lustrosa cabellera, debido a una extraña conjunción, no de planetas ni galaxias, sino de partidos y movimientos políticos, donde como se dice el agua y el aceite corrieron juntos.
Sin entrar a opinar sobre la culpabilidad o no de los cargos que se plantearon en la Asamblea Nacional contra doña Diana, de parte de los legisladores interpelantes, ya que tal asunto es competencia de los jueces, sin embargo, se advirtió una clara intención y conjunción de intereses políticos para “salvar” a la Presidente de la Función Electoral. Caso contrario no se explicaría que, por ejemplo, correístas y socialcristianos hayan hecho causa común para evitar el juicio político contra la citada funcionaria.
¿La razón? La proximidad de la campaña electoral, donde todos los legisladores y legisladoras, tienen interés, bien sea para presentarse a una reelección, o porque las estrategias de sus respectivos partidos y movimientos así lo demandan, y como se dice “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” la mayoría de los legisladores y legisladoras se entiende, prefieren a Doña Diana a cualquier hipotético “Super Supra Hiper” y perfectísimo posible sucesor de la actual Presidenta del Consejo Nacional Electoral.
Lo malo es, aparte de la frustrada interpelación a la señora Atamaint, la fractura que se registra al interior del Consejo Nacional Electoral, donde la Presidenta y algunos de sus vocales ni siquiera “se dan la hora”. ¿Cómo trabajar armónicamente en un colectivo de tanta trascendencia como el CNE, si andan metiéndose zancadillas a cada paso, y el uno habla mal del otro, incluso en los medios de comunicación? Sería de ver un “Coucher” armónico que tranquilice a los señores y señoras presidenta y vocales del alto organismo electoral, para que por lo menos disimulen las mutuas aversiones y pasiones viscerales y emprendan la ardua y complicadísima tarea de preparar las futuras elecciones de Presidente, Vicepresidente de la República y Asambleístas, labor que los ecuatorianos esperan sea más transparente que cristal recién lavado, y que, por favor, no se den nuevos apagones del sistema al momento de los escrutinios. (O)