Texto: Andrés Mazza
Fotos: Andrés Mazza y Xavier Caivinagua
A mediados de febrero de 2020 la población de la parroquia rural cuencana de Turi celebraba 167 años de la creación de su territorio. Pero aquella fiesta sería una de las últimas celebraciones en el lugar: el 14 de marzo el Ministerio de Salud Pública informó que se registraba el primer caso de Covid-19 en Cuenca: una mujer que regresó de España se había contagiado antes de llegar al país.
Ese mismo día por la noche el alcalde de Cuenca, Pedro Palacios, declaró la emergencia en el cantón y poco a poco las actividades en la ciudad se paralizaron.
Luego de acaecido el primer caso, el paradero de la “paciente cero” en esta ciudad era desconocido por la población. Sin embargo, aquello se convirtió horas más tarde en información de conocimiento público: la primera persona contagiada se encontraba en Turi. Después de confirmarse la ubicación, el Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD) de Turi, presidido por Paul Pañi, decidió fumigar las calles de la parroquia como medida de precaución.
“Fuimos la primera parroquia en fumigar los espacios públicos para cuidar a los habitantes y buscamos otras acciones para ayudar a nuestra población”, dice Pañi.
Con la paralización de las actividades económicas en todo el Ecuador salió a flote la vulnerabilidad de una población que en su mayoría vive del trabajo diario. Y en Turi no hubo excepciones: por parte del GAD se ha identificado a 900 familias compuestas por personas con capacidades diferentes, adultos mayores y sin recursos.
No obstante, el número de necesitados, que son más de 2 000, no es el real, y esto advirtió el gobierno parroquial cuando empezó a recolectar comida para las 900 familias identificadas.
Canastas limitadas
En medio de la búsqueda de alimentos, Turi recibió el apoyo del Gobierno Provincial del Azuay y del Municipio de Cuenca, instituciones que entregaron 600 canastas con atún, arroz, fideos, aceite, avena, tapioca y sal.
Pero todavía faltaban 300 canastas para cumplir con todas las familias vulnerables de la parroquia. Y aquello se tornó un problema que todavía no ha sido solucionado, pues han aparecido más habitantes de diferentes comunidades solicitando ayuda para alimentarse.
En primera instancia, el GAD ha pedido la colaboración de quienes tienen los recursos para donar. Amigos, vecinos y ciudadanos han entregado unos cuantos alimentos, sin embargo, no ha sido suficiente dado que la situación se ha agravado porque la comida que recibió la población días atrás, ya se ha terminado.
Aumento de casos
Los dirigentes del GAD sabían que hasta el lunes 6 de abril en la parroquia había cuatro personas contagiadas con el nuevo coronavirus, aunque al día siguiente se llevaron una sorpresa: la Coordinación de Salud de la Zona 6 informó que Turi era el poblado con más casos de Covid-19: 12 infectados.
Pañi cuenta que recibió reportes hasta la cuarta persona contagiada, pero luego no le dijeron nada más y las cifras se convirtieron en una incertidumbre. “Después me entero que había 12 contagiados (…) La política del Gobierno es no compartir estos datos con nosotros. Yo hago una crítica al Gobierno: estos datos deben ser sincerados para saber qué sucede”, dice.
Los habitantes de Turi quieren saber el número real de contagiados y su ubicación para trazar un plan de control en procura de que las personas con Covid-19 respeten el aislamiento y no salgan de sus casas.
Cárcel y temor
El miedo de contagiarse es inminente en gran parte de la población. En Turi son 13 000 habitantes y a estas alturas existe una división entre ellos. Por un lado están quienes respetan el aislamiento y por otro, aunque en menor medida, los que no quieren dejar de salir.
A la indisciplina de algunos habitantes se suman los turistas y deportistas que no respetan el aislamiento, puesto que la parroquia cuenta con uno de los atractivos más bonitos de la ciudad: el mirador.
Hasta antes de la pandemia ese sitio turístico recibía entre 500 y 800 personas a diario, pero hoy, a pesar de las restricciones, aún se ve a extranjeros y deportistas ejercitándose en las escaleras que unen a la parroquia con la parte baja de la ciudad.
La población que no sale de la casa ha reclamado más controles a través de las redes sociales. Asimismo se ha solicitado más seguridad en las comunidades más alejadas y en los alrededores del Centro de Rehabilitación Social de Turi, ubicado en Ictocruz.
Trabajo comunitario
Aunque Martha Barros -integrante del grupo de mujeres Creciendo hacia el Futuro- está asustada por el número de contagiados en su parroquia, mantiene la esperanza de que todo mejorará. Ella junto a ocho personas trabajan en la confección de las bolsas ecológicas que usa el Gobierno Provincial del Azuay y el gobierno de Turi para guardar los alimentos y entregar a la población vulnerable.
Otra idea es elaborar mascarillas para entregar a la población de Turi y de otras parroquias de la ciudad, ya que su uso es obligatorio en el país para poder circular.
Para estas mujeres la única manera de enfrentar la pandemia es con el trabajo comunitario que se lleva a cabo en las zonas rurales bajo la premisa de trabajar para todos y no solo para sí mismos. Esta filosofía se aplicará en la producción de alimentos, para lo cual las emprendedoras recibirán plántulas (plantas con poco tiempo de vida).
La finalidad es sembrar y en poco tiempo obtener los alimentos que puedan ser consumidos en los hogares o compartidos entre los pobladores.