Hace menos de una década, el mundo cuestionó la manera a través de la cual nuestros datos eran registrados en la internet, y cómo una agencia estatal podía realizar seguimientos de la información que creía sospechosa. Fueron las revelaciones del ex agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), Edward Snowden.
En esos momentos pusimos de frente el escudo liberal que nos dio la Ilustración, y tomamos en cuenta cómo nuestra intimidad podía ser invadida, so pretexto de la “seguridad nacional”.
En el contexto de la pandemia, del COVID-19, distintos regímenes han limitado una serie de derechos: movilidad (nacional e internacional), comunicaciones (seguimiento de dispositivos móviles), incluso han otorgado a sus gobernantes “plenos poderes” para gobernar, como el caso del primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
Si bien es cierto, los estados de emergencia o de excepción (de acuerdo a la legislación), se tratan de figuras constitucionales que permiten a los gobernantes, en situaciones extremas limitar ciertas libertades, esto no quiere decir que se abandona el Estado de Derecho, al contrario, su propósito es precisamente permitir que el cause democrático y el respeto de las garantías se restablezcan lo más pronto.
En este sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Corte IDH, se pronunció en el sentido que la crisis generada por el COVID-19, debe abordarse por parte de los Estados desde una perspectiva de derechos, respetando los derechos humanos y las obligaciones internacionales que estos mantienen.
El llamado es para que los desafíos y los problemas generados por esta pandemia sean abordados de manera solidaria y conjunta por los Estados; mientras que, en el plano interno, toda limitación de derechos debe ser temporal, y ajustada a criterios científicos, razonables, necesarios y proporcionales.
Como sociedad, es nuestra responsabilidad generar nuevos acuerdos, basados en la realidad, en los desafíos que se nos presentan, porque esta en nosotros salir adelante, sin dejar a nadie atrás, eso sí, respetando siempre la dignidad del ser humano. (O)