Que en el tratamiento de los cadáveres tanto en los hospitales como por parte de quienes recogen los cuerpos cumple con normas internacionales, lo señaló Juan Carlos Zevallos, ministro de Salud, al referirse al caso de Alba Maruri, cuyo fallecimiento fue notificado el 27 de marzo y casi un mes después apareció recuperándose en un hospital de Guayaquil.
Todo este tiempo sus familiares habían tenido las cenizas de otra persona. El propio ministro calificó a lo sucedido como “algo espeluznante” y señaló que las autoridades del Hospital Guayaquil, del suburbio, investigan lo sucedido, pues la confusión de cadáveres no debería suceder, según Zevallos, porque tanto los cuerpos como las bolsas en las
que son transportados deben contener, obligatoriamente, la identificación de la persona.
Pero este tipo de errores no se cometen por primera ocasión en el país, el pasado 20 de
abril los cuerpos de dos mujeres fueron cambiadas en la morgue de Ibarra, los restos de una turista chilena que murió en un accidente de tránsito fueron entregados a los familiares de una víctima de COVID-19.
Fue necesario desenterrar a las personas para corregir el fallo. (ASM)-(I)