El Gobierno Nacional, durante las últimas semanas del confinamiento y la emergencia por el Covid-19, ha emitido una serie de señales contradictorias. Por un lado las autoridades que realizan la vocería sobre la epidemia, anuncian medidas de apertura parcial y paulatina, que crean falsas expectativas en la ciudadanía, para posteriormente incrementar las restricciones acusando de “indisciplina” a los sectores ciudadanos que por necesidad de ganarse el sustento, en la mayoría de los casos incumplen el confinamiento, es la realidad del país con una gran cantidad de desempleados y subempleados, a parte de los cuales no llegan evidentemente los kits alimenticios.
De otra parte, el Ejecutivo cometió un error gravísimo al insinuar que, si la Asamblea Nacional no aprobaba sus proyectos humanitarios y de reordenamiento financiero, podría incluso implementar el recurso constitucional de la “Muerte Cruzada”, es decir disolver el Congreso, para llamar a nuevas elecciones generales. Pero, paralelamente, se gestiona ante los organismos financieros multilaterales por los recursos ofrecidos, y que hasta ahora no llegan. Es decir, con el anuncio de una eventual “Muerte Cruzada”, se genera una percepción de inestabilidad del país, que poco abona para la entrega de nuevos créditos internacionales, que hoy por hoy son tan urgentes como las medidas de combate a la pandemia.
El Gobierno Nacional, claramente se ve rebasado por las circunstancias trágicas que vive el país, ya que ni siquiera los datos oficiales sobre contagiados y fallecidos, resultan fiables, sobre todo en áreas como algunas provincias de la Costa, e incluso la Capital de la República.
Como el confinamiento no puede ser indefinido, a riesgo de un colapso del país, o de una verdadera desobediencia masiva, que sería gravísima al incrementar a niveles exponenciales el contagio, es hora de definir por áreas una paulatina vuelta a lo que se está llamando “nueva normalidad”. Se necesita menos rigidez y más creatividad en el Gobierno Nacional.