OPINIÓN|
Voces autorizadas calculan que en el Ecuador de aquí y ahora, el desempleo alcanzaría la inquietante cifra de los 7 millones. Entonces, no nos queda la menor duda de que se estarían muriendo de hambre -así a secas, tal como suena la dolorosa tragedia-, y más, si son los que sobreviven con la venta diaria de bienes emergentes de uso generalizado. Las restriciones por la pandemia, sin duda posible, habrían agravado su ya de por sí, crítica situación. No exagero tampoco al decir que el hambre, de mano de la muerte, avanzan triunfales a lo largo y ancho de esta Patria golpeada por la podredumbre moral -ya verán a que me refiero- y el insufrible desgobierno.
Nuestra imagenería popular, dueña de las más fabulosa veta creativa, es la autora de la siguiente amarga canción: ¿Tienes hambre?, si, come calambre; mata un mosquito, chupa la sangre y guarda el mondongo, para fiambre”. Lo terrible es que ahora los moscos están ocupados con los cadáveres y por hoy despreciarían a los indigentes. A quienes sólo les ha quedado la repulsa. Después de todo, algo es algo. Aunque sea su voz quemante la que señale con su dedo acusador a los responsables.
En medio de tanta desgracia, la adquisición en más de 1 millón de dólares de 7 mil kits alimenticios valorados en 150 dólares cada uno; efectuada por Alexandra Ocles, la ex-Directora de Gestión de Riesgos, tendría un 233 % de sobreprecio, revela la crisis ética que sacude al gobierno. No hay para el equívoco, basta saber que por iguales kits, Oscar Ayerve, Presidente de las Víctimas del 30/S, impecable por su honestidad y reciedumbre moral, paga tan sólo 45 dólares. Cuando la turbia agua acarreada por los canales de los desechos amenaza con cubrir la boca de la Patria, sólo nos queda por decir una palabra, y en paráfrasis a Victor Hugo, ella es: ¡miserables!. Si, ¡¡Miserables!!. (O)