GUAYAQUIL│
Después de 65 días de confinamiento, Guayaquil, la ciudad ecuatoriana más afectada por el COVID-19, volvió a llenar parcialmente sus calles en el primer día de desescalada, tras cambiar de rojo a amarillo en la semaforización epidemiológica que se está implementando a nivel nacional.
Con mucha cautela, pero empujados por la necesidad de trabajar, cientos de personas llegaron desde la 8:00 de la mañana al Palacio Municipal para pagar la renta de sus comercios, en especial los que tienen puestos en los distintos mercados de la ciudad.
Muchos de ellos tenían tres y cuatro meses por pagar y la necesidad de reabrir después de dos meses de parón absoluto los ha empujado a cancelar deudas para reactivar sus negocios a la máxima brevedad.
LAS DEUDAS APREMIAN
Guayaquil, la «Wuhan ecuatoriana» y que llegó a acumular en la segunda mitad de marzo y en abril la mitad de los contagios a escala nacional, comenzó la reactivación bajo la atenta mirada de su alcaldesa, Cynthia Viteri, quien visitó las ventanillas del Cabildo para constatar el uso de las medidas de bioseguridad que han permitido el cambio de semaforización.
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Medidas aprobadas por el Concejo Municipal hace dos semanas y refrendadas por el Comité nacional de Operaciones de Emergencia (COE), antes de dar luz verde a la reapertura de comercios.
La luz «amarilla» permite la reactivación de negocios hasta ahora prohibidos, que los coches salgan dos veces a la semana (en lugar de una), y que el toque de queda comience a las 21.00 en lugar de a las 14.00.
También el transporte público, vital para la reactivación, con un 30% de aforo, y que empresas públicas y privadas trabajen con hasta un 50 % de su personal.
Las filas, con el distanciamiento prescrito por la autoridades marcados con puntos en el suelo, también eran visibles este miércoles en los exteriores de los bancos y locales de venta de electrodomésticos, cuyos clientes buscaban saldar las deudas de sus créditos concedidos en meses anteriores.
Maribel Salazar esperó más de dos horas fuera de un local del norte de la urbe para dejar en cero las cuotas que tenía vencidas por la compra de una lavadora.
«Estaba ya un poco desesperada porque no quiero que me suban los intereses. Hay muchos otros como yo que están en la misma situación», dijo.
También Mariana Sotomayor estaba en la fila. Ella alquila un puesto en uno de los mercados del sur de la ciudad y pretendía pedir al Municipio una prórroga o un diferimiento de la deuda que tenía.
«Las ventas han sido bajas, queremos trabajar y pagar, pero necesitamos apoyo para empezar esta nueva etapa», indicó.
EVITAR SATURACIONES
Viteri ha dispuesto que, para evitar aglomeraciones, especialmente en el transporte público, el comercio inicie sus operaciones a las 10:00, mientras que los empleados públicos ingresarán a trabajar a las 10:30.
El sector de la construcción, por el contrario, lo hará a las 7:00.
«El comercio en Guayaquil inicia a las 10:00. Cumplir las normas debe ser una corresponsabilidad de todos para salvar vidas, trabajar y comer. Nada volverá a ser igual, así tenemos que aprender a vivir«, dijo Viteri, que estuvo contagiada del coronavirus.
Guayaquil, que vivió en abril imágenes dantescas con cadáveres abandonados en sus calles, llega a la desescalada con 9.291 contagiados de coronavirus según los resultados de pruebas PCR -faltaría agregarles los de las pruebas rápidas- y 1.681 fallecidos entre confirmados y problables.
A ellos se suman alrededor de 8.000 personas más, según cifras municipales, que murieron durante la pandemia por razones hasta ahora desconocidas y que no constan en las estadísticas del Ministerio de Salud pero sí en el Registro Civil.
Durante su pico más alto de contagios, entre la segunda quincena de marzo y la primera de abril, la urbe vivió el colapso de sus sistemas sanitarios y funerarios.
Hace apenas quince días, su alcaldesa señaló que, en base a un estudio realizado, habían evaluado que el 32,7% de los guayaquileños (medio millón de personas) se había contaminado, de los cuales un 18 % aún tenía el virus activo.
DE LAS PRIMERAS EN REACTIVARSE
Y aún así, Guayaquil es una de las primeras ciudades en saltar a la reactivación -Quito, por ejemplo, se niega a ello porque dice no haber pasado aún lo peor de la tormenta-, y el cuarto cantón que lo hace en la provincia de Guayas.
«Ya necesitábamos trabajar por eso aplaudimos la decisión de la alcaldesa de cambiar de color, pero queremos abrir antes (de las 10.00) para tener más oportunidad de vender«, señaló Julio Arévalo, quien tiene un negocio de repuestos de teléfonos celulares.
El comerciante dijo a Efe que aún tiene miedo al contagio, pero que más miedo le da el hambre que puedan pasar sus hijos.
La mayoría de los vendedores llegaron desde temprano para desinfectar sus locales y poder atender sin ningún inconveniente.
La circulación vehicular también aumentó y en varios sectores del centro y del norte se registró tráfico durante las horas punta.
En los exteriores de las estaciones de la metrovía también se formaron filas, pues funcionarios municipales se instalaron en las paradas para controlar el aforo de pasajeros.
Según cifras del COE cantonal, sólo un 40 % de personas utilizó su coche particular para salir por la ciudad en este primer día de vuelta a «la nueva normalidad».
También hubo gran movimiento en dispensarios de salud, centros comerciales, mercados y zonas de restaurantes, donde los dueños de los locales buscaban atraer a los clientes con promociones y descuentos que estarán vigentes durante un mes. EFE