Manía consumista

“Lo que la pandemia me ha enseñado es a soltar cosas, a darme cuenta de lo poco que necesito. No necesito comprar, no necesito más ropa, no necesito ir a ninguna parte, viajar. Me parece que tengo demasiado. Veo a mi alrededor y me digo para qué todo esto. Lo que la pandemia me ha enseñado es a soltar cosas, a darme cuenta de lo poco que necesito… Me parece que tengo demasiado.” Escribió Isabel Allende hace unos días. Creo que todos, de una manera u otra, hemos vivido esta experiencia recluidos en el “hogar, dulce hogar”.

Una pandemia de nuestros tiempos, a la que pocos le paran bola, es el consumismo, disfrutar, como dice en algún centro comercial, del “placer de comprar”. Se supone que realizamos compras para satisfacer necesidades, pero el consumismo ha creado una serie de necesidades lo que lleva a comprar y comprar objetos que, de manera inmediata o a corto plazo, se vuelven innecesarios, un estorbo que tenemos la manía de acumularlo, buscando a veces sitios especiales para este “deleite”. Toda crisis tiene sus aristas positivas y la conciencia de acumular pendejadas es una de este COVID-19. ¿Aprenderemos esta lección? Hay que esperar otra pandemia para ver si funciona.

Si la impaciencia por salir o la urgencia de trabajar nos regala unos minutos de tregua, vale la pena de reflexionar sobre el sentido real de nuestras vidas, con frecuencia obsesionadas por el consumo. Es frecuente que gente con más dinero casi nada o nada disfruta de lo comprado por falta de tiempo. Nos acosa una competencia absurda: tener más para fachar. Hay que comprar para vivir y no vivir para comprar.

 

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