El artesano que quiere rescatar la quena

Estaba estudiando viola para formar parte de la Orquesta Sinfónica de Cuenca y tocaba la flauta en un grupo. Pero su vida estaba por cambiar por los diversos caminos que se entremezclaron en aquel entonces, cuando Adolfo Idrovo era un joven cuencano apasionado por las melodías.

Motivado por un profesor, Adolfo dejó la flauta a un lado porque le habían pedido que se adentre a otro instrumento. ¿Qué instrumento?, había preguntado Adolfo. Fue entonces cuando le presentaron la quena.

En un principio no sabía de qué iba aquel palo largo caracterizado por su escotadura en forma de U, sin embargo, Adolfo tenía una. Luis Arindia, músico y maestro de la ciudad, le había traído de Bolivia una quena para obsequiarle.

“Yo no tenía ni idea qué era, pero cuando ya la toqué, su sonido me estremeció, y mi cuerpo no sabía cómo explicar lo que sentía”, dice Adolfo, quien tiene 68 años.

De pronto, la quena había pasado a formar parte de su vida, no solo como un instrumento, sino como una herramienta, con la cual se podía replicar los sonidos de los paisajes y sus diversidades propias.

Artesano

Adolfo, mientras andaba por la ciudad, no había encontrado quien construya una quena. Entonces pensó que era necesario aprender. Empezó usando tubos de PVC, pero su sonido no era el que buscaba. Aun así, dio sus primeros pasos como artesano.

El artesano sabe elaborar diferentes instrumentos de viento. XCA

Tiempo después, en San Joaquín halló una variedad del bambú y supo que el material era el adecuado para construir las quenas. De aquello, han pasado más de 40 años.

“Yo no lo veía como un negocio, pero un amigo me dijo que no debería regalar mi trabajo. Entonces él me ayudó para vender los instrumentos en la ciudad”, dice Adolfo.

Las principales casas musicales comenzaron a comprar las quenas que elaboraba Adolfo, y de a poco se hizo conocido entre los músicos de Cuenca.

Rescate

Con la pandemia, y la revolución digital que esta ha provocado, a Adolfo no le quedó más que adaptarse a la realidad que se está imponiendo por el COVID-19. No obstante, ello forma parte de una estrategia para mantener su legado y su trabajo.

Si antes de la era pandémica Adolfo ya tenía problemas para comercializar sus instrumentos, hoy solo se han agravado por la falta de interés y recursos.

“A los jóvenes no les interesa nuestros instrumentos, y esto puede perderse. Nuestra tradición podría perderse porque no estamos rescatando el trabajo de muchos años. Yo me pregunto qué pasará con la quena en el futuro”, dice Adolfo con nostalgia.

El artesano ha optado por crearse una página en Facebook para mostrar su taller, que está en el último piso de una casa ubicada en el tradicional barrio de Todos Santos. También tiene planificado subir videos a YouTube, porque cree es una manera de entregar al mundo moderno los sonidos andinos del pasado.

Ahora mismo, Adolfo trabaja en la sonoridad de los paisajes, porque su fin es compartir y demostrar que con la quena se puede reproducir el canto de un pájaro, por ejemplo.

“A esto casi nadie se dedica porque no es un negocio, no es rentable. Creo que por eso no toman en cuenta, pero hay un trabajo por hacer. Debería hacerse un rescate sistemático. La quena también forma parte de Ecuador”, dice Adolfo, quien se apresta a tocar el “Cóndor pasa”. (I)

Andrés Mazza

Periodista y fotógrafo. Escribe sobre cultura, educación, migración y astronomía.

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