OPINIÓN|
Ante el anuncio de relajamiento de las medidas restrictivas, respecto a la pandemia que estamos padeciendo, emitidas por el COE nacional, a través de la ministra de Gobierno, la misma que endilga mayor responsabilidad a los propios ciudadanos; con todo respeto me permito opinar que esta decisión conlleva mucho riesgo. Primero, porque ha quedado demostrado hasta la saciedad la irresponsabilidad en cuanto a la obediencia civil, no solo por ciudadanos de nuestra región, sino del país en general. Segundo, de fuentes fidedignas, y contrario a los enunciados del ministro de Salud, sabemos que los hospitales públicos, al menos en Quito y Cuenca, se encuentran saturados, con sus unidades de cuidados intensivos al borde del colapso; amen de los pacientes internados en hospitales particulares, por esta enfermedad. Tercero, no creo que por las condiciones catastróficas de economía, salud, política, etc. en las que se debate el país, exista un adecuado plan de contingencia nacional, en caso de un rebrote, con dotación de servicios de salud, con material técnico y humano, solvente y capacitado. Cuarto, no existe un verdadero estudio científico nacional, sobre el comportamiento epidemiológico de la enfermedad, claro entre otros factores esto se debe también a nuestra desobediencia civil. No pretendo ser pesimista, de ninguna manera, estoy consciente que es muy necesario reactivar la economía nacional, pero siendo totalmente realista, creo que lamentablemente estamos muy lejos de volver a realizar una vida normal. Pienso que para tomar estas determinaciones el COE nacional debe sopesar mucho los inminentes riesgos, y sobre todo deben transparentar las cifras de los contagiados y fallecidos en el País, por esta enfermedad; a más de comunicar la capacidad real actual de nuestros hospitales. Por favor pensemos que la pandemia lastimosamente nos acompañara mucho tiempo más; si amamos la vida mantengamos al menos nuestras medidas preventivas básicas (lavado de manos, distanciamiento y uso de mascarilla); no enlutemos más nuestra desdichada Nación, ya que con la corrupción nos basta y nos sobra. (O)