Con sus años de investigación y escritura, ¿llegó a alguna conclusión de lo que es Ecuador?
Desde mis comienzos de vida literaria, como hace cincuenta años, uno de los primeros escritos que publiqué se llamaba la Nación ecuatoriana como interrogante. Es decir, ya me planteé qué es el Ecuador. ¿Somos acaso una nación? Esta gran pregunta se extendió a lo largo de estos cincuenta años y lo he ido respondiendo, pero sobre todo meditando en este gran problema. Primero en la identidad del Ecuador y luego su trayectoria a lo largo de los siglos. En definitiva, hay algunos que piensan que no existe la nación, piensan que existe el Estado. Lo nuestro es un Estado Nacional. La nación en definitiva es un tanto nebulosa, en el sentido de que no es como el Estado, que está presente en todo momento. La nación más bien es un presentimiento. Es decir una evocación de una realidad propia que nos convoca a un nosotros. Nosotros nos sentimos formando parte de esta realidad imaginaria… No podemos decir que el Ecuador es esto o aquello. El Ecuador es una realidad tan compleja, tan múltiple, que justamente, cada día, estamos viendo múltiples facetas de lo que somos. Somos una amalgama tan compleja.
Dijo alguna vez que la historia de América está llena de malos entendidos
En definitiva, cuando mira la historia de los pueblos, uno solo descubre ciertas grandes tendencias. Y esas tendencias son contradictorias, ambivalentes. Encontramos una tendencia indudablemente por la libertad de los pueblos. Antes era solo una libertad política, pero conseguida la libertad política con la independencia vinieron otras exigencias. Una libertad económica, una libertad de pensamiento, ese derecho que se tiene por las minorías, por las diferencias. Un país no es un conglomerado diferente. Y el Ecuador mucho menos. Somos diversos pueblos, diversas culturas. Somos mestizos y los fondos del mestizaje está la contradicción porque se basa en dos raíces o más y cada una de ellas pugna por su lado. Entonces el mestizo es una persona que parte de ese conflicto interno hasta cuando veamos cómo armonizar para llegar a una cohesión, a una unidad.
¿Qué diferencias hay entre lo que usted vivió en el siglo pasado y con lo que vive ahora? Por ejemplo, hoy estamos inundados de casos de corrupción.
Cada época, cada generación, cada siglo tienen sus propios problemas. Es el momento. En el siglo XIX había ese gran conflicto por dos sociedades. Por un lado la sociedad que todavía vivía los valores de la colonia y por lo tanto no había que cambiar mucho porque en cierto sentido era estilo conservador. Y los aires de cambio, de modernidad, estaban en la tendencia liberal. La lucha era ideológica. En el siglo XX también vivió sus conflictos a través de la transformación de estructuras. Hubo revolución política, que si bien impulsó bastante, esta fracasó. Hoy en día vivimos este maremágnum, en el que las ideologías han quedado en el pasado. Estamos desconcertados, y ese desconcierto está en la corrupción. Estamos en una crisis moral, en una crisis de valores, que nos conduce a una sociedad desgastada, y en donde hemos perdido el norte. Para algunos la política ha servido para enriquecerse, para su interés personal, y no para el interés de la patria, y es de lo que hoy en día estamos agobiados, y justamente hay un deseo de transformar, pero cuán difícil es porque han traicionado al pueblo con sus cambios demagógicos, que son solo propaganda.
¿La literatura ecuatoriana es muy nacionalista? ¿Por qué la literatura ecuatoriana todavía no tiene un lugar como la tienen otros países?
Es verdad ese nacionalismo literario. La literatura ecuatoriana del siglo XX tuvo su hora en los años treinta hasta los años sesenta, como máximo. La literatura era un retrato de esta sociedad y fue la hora de lo indígena, de lo criollo, en la que se denunciaba y se reflejaba los problemas del hombre del campo, pero hubo una reacción que buscamos nuevos caminos, nuevos lenguajes. Yo diría que todavía nos quedamos mucho en esa idea de nuestra problemática, y nos quedamos al margen del llamado Boom Latinoamericano, en la que se veía una literatura mucho más universal. Yo he proclamado esa línea. Sí, ser ecuatoriano, ser latinoamericano, pero ser ecuatoriano y ser latinoamericano es una forma más de ser universal. Y nuestro destino es ser universales. No nos quedemos solo en la aldea o en la provincia, sino mirar el mundo es un punto de vista más.
¿Mantiene esa sed de buscar respuestas, como dijo alguna vez?
La realidad nos plantea problemas, y estamos hablando justamente de cualquier persona, cualquier ser humano, no importa la cultura, ni el nivel social. Siempre la vida diaria, la vida cotidiana nos plantea interrogantes, y el reto del escritor es ver el mundo y explicar lo humano. Y quizá encuentre aspectos novedosos. O se vuelva a los temas universales, que es el destino, la muerte, el amor, el desamor, en fin. Cada persona tiene una manera de decirlo y explicarlo. Allí está la respuesta.