Dana León León | OPINIÓN
Hablamos por supuesto del único, del incomparable, del “aclamado” apenas por el 8 por ciento de los ecuatorianos. Del responsable político de una emergencia sanitaria. Del sembrador de un terreno apropiadísimo para la pérdida de 1.8 millones de empleos adecuados. Del que llega a acuerdos y luego se retracta. Sin más preámbulo, con ustedes: ¡El Gobierno de todos… de todos los atropellos!
En el país se ha montado una novela en la que el Gobierno solito se pregunta, solito se responde, dialoga con los que quiere, de lo que quiere… y así deviene la conveniencia.
Ajeno de todo lo que tiene que ver con la gente de a pie, esa gente que ha tenido que enfrentar en su carne el desparpajo de Lenín Moreno y sus secuaces.
Demos ejemplos de cuando Moreno jura que su Gobierno ha sido de diálogo y conviene preguntarse con quién. La semana pasada cuando volvió a hablar del retiro al subsidio de la gasolina, que por cierto se aplica desde el pasado 11 de agosto, dijo: “Claro que sí (…) estamos dispuestos a hacerlo (dialogar), pero bajo ninguna circunstancia vamos a cambiar la medida. Que se oiga bien, no voy a cambiar la medida, que quede claro, se eliminó el subsidio, se acabó la zanganería”.
En el país se ha montado una novela en la que el Gobierno solito se pregunta, solito se responde, dialoga con los que quiere, de lo que quiere… y así deviene la conveniencia.
¿Oyeron bien? Intentemos no reírnos de su propia contradicción, sobre todo porque aunque el señor es gracioso no hay que olvidar que en octubre dijo que no eliminaría el subsidio después de que murieran 11 personas y miles resultaran heridas. Y también porque al momento de meter la mano al bolsillo se nos va a ir la risa de inmediato.
Cambiando de tema, pero igual hablando de meter la mano al bolsillo, ¿con quién dialogaría Moreno para que un millón de personas hayan perdido su empleo? Bueno, para que no digan que no notamos sus esfuerzos dialogadores, sabemos que esto tiene que ver con esa política infalible del Fondo Monetario Internacional, y claro, también con los grandes empresarios del país con quienes sí hay un diálogo envidiable.
Porque aunque el ministro de Trabajo Andrés Isch haya dicho que la culpa es de la pandemia -después de que la semana pasada el INEC publicara que entre junio de 2019 y junio de 2020 1.8 millones de personas han perdido un empleo adecuado y actualmente un millón NO tiene empleo, y que apenas el 16.7 por ciento tiene empleo adecuado- olvidó mencionar que la pandemia se volvió más caótica porque el mismo Estado ha aplicado una política de austeridad con el sector de la salud. O porque después de un franco diálogo entre Moreno y el coronavirus Moreno creyó que no había problema con levantar las restricciones de movilidad en el feriado pasado… ¿No ven que el coronavirus le dijo que entraría en modo Lenín?
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También olvidó mencionar que la mal llamada Ley de Apoyo Humanitario genera un ambiente ideal para que grandes corporaciones despidan o exploten a sus trabajadores, claro que en un “diálogo” “equilibradísimo” e “igualitario” entre empleado y empleador.
Ya sabemos que esa Ley se aplicó solo desde junio de este año, pero los atropellos venían desde antes, cuando el Estado decidió hacer “cambios estructurales” en el país a cambio de préstamos con el FMI; cambios que incluían la eliminación de subsidios y el despido de miles de personas del sector público. Esto a pesar de las palabras bonitas que adornaron ese acuerdo.
Pero de aquello se derivan algunas preguntas: ¿Le interesará al “Gobierno de Todos” responder por la deuda a los trabajadores despedidos del sector público; o sobre la situación de los docentes impagos; o sobre el presente de los trabajadores de la salud que este fin de semana hicieron varios plantones pidiendo sus sueldos atrasados además de implementos para enfrentar la pandemia? Y eso que ellos son de los que tienen empleo. Que alguien responda ¿por qué cuando el ministro de Salud Juan Carlos Zevallos habla -si es que no está de vacaciones de feriado- solo sabe decir que de eso no tiene información? ¿Y entonces quién la tiene y quién puede hablar de aquello? Pues bien, ahí ya no son tan dialogadores.
Ah, pero eso sí, quedémonos tranquilos que la deuda externa es prioridad: ¿No ven que ya han dialogado con el FMI? Que si pasa algo más grave ya montarán un circo como el de Abdalá Bucaram. ¿No ven que eso nos distrae de que el Gobierno fue el que repartió los hospitales? Tranquilos, porque si hablan muy duro puede salirnos el ministro de Defensa Oswaldo Jarrín con tanquetas para intentar callarnos siguiendo, por supuesto, la línea del Gobierno dialogador. (O)