Con un humor poco elaborado pero espontáneo, Manuel «El Loco» Valdés, fallecido este viernes a los 89 años, conquistó al público mexicano a través de la televisión, el cine y el teatro durante siete décadas de carrera en las que se dedicó a hacer lo que su apodo bien definía: el loco.
Podía contar un mal chiste, hacer imitaciones o fingir ser un orangután, pero Fernando Manuel Alfonso Gómez de Valdés y Castillo, nacido en la norteña Ciudad Juárez el 29 de enero de 1931, siempre conseguía arrancar una carcajada del público.
Hijo de un agente de aduanas, Valdés nació y creció cerca de la frontera estadounidense junto a sus hermanos, que se convirtieron en celebridades y le abrieron el paso en el mundo de la farándula.
Germán Valdés, conocido como Tin Tan (1915-1973), fue una de las grandes figuras del cine mexicano entre las décadas de 1940 y 1970, mientras que Ramón Valdés, alias Don Ramón, (1923-1988) fue popular por participar en la serie «El Chavo del Ocho», mientras que Antonio «El Ratón» Valdés, nacido en 1930, participó en una quincena de filmes.
El más pequeño de los hermanos Valdés se ganó su apodo de joven gracias al humor irreverente y su capacidad de improvisación que hacía reír a los demás con facilidad, una habilidad que caracterizó toda su carrera.
IRREVERENTE DESDE SUS INICIOS
Aunque ya había aparecido en televisión bailando junto a vedetes, su primera participación estelar en la pequeña pantalla fue en el programa «Variedades al mediodía» (1954-1957), donde demostró su desenvoltura humorística sin necesidad de utilizar un guión.
Eso le permitió participar en diferentes programas cómicos hasta presentar «El show del Loco Valdés» (1972-1974), programa que fue censurado por el entonces presidente Luis Echeverría luego de que Valdés hiciera un chiste en el que se refirió al presidente mexicano Benito Juárez como «Bomberito Juárez» y a su esposa, Margarita Maza, como «Manguerita Maza».
Desde entonces, siempre que hacía un chiste político bromeaba con que llevaba un cheque para pagar la multa que le iba a caer.
Su popularidad se expandió y el ritmo de trabajo al que se sometió fue tan intenso, por su participación simultánea en televisión, cine y cabarets, que durante el programa «Variedades de medianoche» (1977) se durmió en vivo sin que nadie del equipo lo despertara creyendo que se trataba de una broma de las suyas.
MUJERIEGO VALDÉS
Aunque «El Loco» Valdés fue considerado un mujeriego en su época, quedó marcado por el romance que tuvo con la joven actriz Verónica Castro (1957), la reina de las telenovelas mexicanas, con quien atravesó una ruptura llena de misterios tras el nacimiento del hijo de la pareja, el cantante Cristian Castro (1974).
No fue hasta 2012, que «El Loco» Valdés pudo restablecer la relación con su hijo y conocer a su nieta Simone en un encuentro que mantuvo la familia en Miami junto a Verónica Castro.
Además del cantante, «El Loco» Valdés fue padre de al menos otros 10 hijos, alimentando su fama de mujeriego.
En su incursión en el cine mexicano destacan películas como «Cada quien su música» (1958), «Caperucita roja» (1959), «Caperucita y sus tres amigos» (1961), «El tigre negro» (1962), «Las mujeres pantera» (1966) y «Detectives y ladrones» (1966), entre otras.
También actuó en telenovelas como «Siempre te amaré» (2000), «¡Vivan los niños!» (2002), «Atrévete a soñar» (2009) o «Rafaela» (2011), y participó en el doblaje de «Peter Pan» (2002), «La Leyenda de Nahuala» (2007) y «Selección Canina» (2015), entre otras.
«El Loco» Valdés, quien murió debido a un cáncer, era conocido por su estilo de vida austero y por su afición al fútbol, y cada año hacía una apuesta con el comediante Sergio Corona sobre el resultado del encuentro entre el Club América, equipo del que era un ferviente seguidor, y las Chivas de Guadalajara.
Los últimos años no fueron fáciles para el comediante, que padeció dos melomas en la frente y sufrió la muerte de su esposa Arcelia Larrañaga y su hijo Alejandro. Pero aunque cada vez se le veía más débil en las entrevistas, Valdés no dejaba de arrancar alguna carcajada de su entrevistador y del público. EFE