Leo Messi no se presentó a las pruebas PCR que han pasado los jugadores de la primera plantilla del Barcelona antes del primer entrenamiento del curso, que tendrá lugar mañana lunes a las 17.30 h, y así ha abierto un capítulo más en el conflicto contractual que tiene con el club por su salida.
Este empezó en el mismo momento que los abogados del jugador mandaron el martes un burofax al club en el que se expresaba su deseo de irse acogiéndose a la cláusula liberatoria que se incluyó en el contrato firmado el 2017 y que le permite irse de forma libre al final de cada temporada.
Pero, en el contrato, se especifica el 10 de junio como la fecha límite para que Messi informe de su intención de irse y el burofax se envió el 25 de agosto. La argumentación de la parte del argentino es que esta es una temporada atípica a causa de la pandemia del coronavirus, la cual retrasó el final de curso hasta el 23 de agosto con la celebración de la final de la Liga de Campeones.
Haciendo uso de esta argumentación, Messi y sus abogados consideran que con el envío del burofax hicieron efectiva la cláusula liberatoria y que ya no se debe al Barcelona como trabajador. Por eso no se presentó a las pruebas PCR.
El FC Barcelona, por su parte, se agarra a la fecha límite del 10 de junio y le remite a la cláusula de rescisión de 700 millones de euros si quiere marcharse a otro club. Después de que el jugador no se haya presentado a las pruebas PCR, el club puede abrirle un expediente de sanción grave si así lo cree conveniente.
«Hubiese sido contradictorio con su primer burofax que Messi se hubiese presentado a las pruebas PCR ya que sus asesores consideran que su contrato se ha extinguido. En este caso no debe ir a entrenar ni cobrar su salario», explica a EFE Marcos Mas, abogado y miembro de las comisiones jurídica y disciplinaria del FC Barcelona entre 2010 y 2015.
«El espíritu del contrato sería lo que podría tener a favor Messi, mientras que el club cuenta con el ‘pacta sunt servanda’ y se acoge a que lo firmado es lo que vale», señala a EFE Juan de Dios Crespo, abogado especializado en derecho deportivo. «Es un hecho que la temporada fue atípica», añade.
«Si la fecha de salida se identifica con una fecha concreta, y así lo parece, está claro que pasada dicha fecha el derecho de salida ha caducado», sentencia Mas. «El carácter excepcional de la cláusula obliga a interpretarla de manera restrictiva y según su tenor literal».
La excepcionalidad reside en el hecho de que «su ejercicio implica poder dar por resuelto unilateralmente y sin indemnización para el club el contrato de trabajo, que finalizaría naturalmente el año que viene».
Según Mas, la fecha del 10 de junio en ningún momento se enmarca en referencia a la finalización de la temporada. «Al revés, es una fecha cierta, hasta la cual (hasta las 24 h del 10 de junio) es posible ejercitar la cláusula, al margen de cuándo finaliza la temporada, en su formato natural o excepcional».
Así, el abogado considera que «si hubiera que referenciar esa fecha o los 10 días a contar desde la finalización de la temporada, la cláusula lo hubiera dicho así».
Pero puestos a interpretar la verdadera razón de ser de la fecha establecida, se inclina por «pensar que la fecha del 10 de junio no tiene nada que ver con la finalización de la temporada, sino más bien con el período de fichajes de verano, que se abre el 1 de julio. Es decir, si el jugador quería ejercerla lo tenía que hacer como tarde 20 días antes de la apertura del mercado de fichajes».
Mas interpreta así la cláusula porque esta forma de verla «beneficia a ambas partes, las cuales pueden planificar con antelación sus intereses: el del jugador de buscar nuevo equipo y el del club de cubrir la baja de su mejor jugador».
Además, no cree «que la extensión de la temporada y del mercado de fichajes por culpa de la covid-19 permita alterar o modificar la conclusión anterior. Para ello hubiera sido necesario que las partes hubieran modificado la cláusula y no lo hicieron. Y no hay norma alguna dictada durante el estado de alarma que permita la prórroga o extensión de las cláusulas de un contrato de trabajo, o la alteración de las fechas de resolución o su duración».
Teniendo en cuenta todo esto, Mas opina que lo más probable es que Messi y el FC Barcelona pacten una salida vía traspaso.
«El transfer lo puede obtener en pocos días, pero la FIFA no se meterá en si debe haber o no un precio o si este es desorbitado. Por tanto, ningún club del mundo se arriesgaría a inscribir a un jugador sin saber si, un año después y por sentencia de los juzgados laborales de Barcelona, el jugador puede ser condenado a pagar 700 millones de euros por su salida».
La opinión de Juan de Dios Crespo va en la misma línea en este aspecto: «Messi se iría sí o sí, por el derecho a trabajar, aunque luego la indemnización la indicara un juez, mucho más tarde. Pero no sería un traspaso, sino una indemnización».
Crespo considera que si Messi se va a un club de fuera de España, «el Certificado de Transferencia Internacional, aunque denominado ‘provisional’, se lo daría la FIFA sin ninguna duda».
Esta es la situación que ahora mismo el entorno de Messi y el FC Barcelona deben gestionar para defender sus intereses. El último movimiento fue el viernes, cuando el jugador filtró a ‘El Periódico’ su intención de sentarse a hablar con el club azulgrana con la intención de acordar una salida. Pero este respondió que no piensa negociar ningún traspaso y se remitió a la cláusula de rescisión. EFE