El fósil de un perezoso gigante hallado en Costa Rica y que data de hace 5,8 millones de años, sorprende a la ciencia por sus características únicas en el mundo y porque además abre interrogantes acerca de la formación del istmo de Panamá.
Los fragmentos encontrados en la zona sur de Costa Rica son de una especie nunca antes vista, que fue llamada por los científicos Sibotherium ka, que en el lenguaje indígena Bribri significa «Bestia del sitio de Sibö» (principal divinidad Bribri).
Este fósil representa un nuevo género y especie de perezoso gigante para la ciencia y, según la investigación, que tardó siete años en completarse, probablemente se trató de un animal terrestre de aproximadamente cuatro toneladas de peso y de tres metros de alto, que era herbívoro y podía ingerir cerca de media tonelada de vegetación al día.
El paleontólogo del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, Ascanio Rincón, quien formó parte del análisis, explicó en entrevista con Efe que el perezoso forma parte de la familia Megatheriidae y cuenta con una combinación de características nunca antes vistas en un fósil de esta familia.
«Imagínese un perezoso de los que viven en los árboles hoy en día pero del tamaño de un elefante con las patas delanteras más cortas. Era peludo y los dientes sugieren que era herbívoro porque tiene dos crestas transversales que le permitían cortar la vegetación», detalló Rincón.
El perezoso es el primer ejemplar de esa familia, del que se tiene registro, que pasó de América del Sur a América Central. En Costa Rica se habían encontrado fósiles de otras especies también gigantes, pero de millones de años más recientes.
NUEVA ESPECIE CUESTIONA FORMACIÓN DEL ISTMO DE PANAMÁ
La nueva especie posiblemente proviene de América del Sur, como parte de su migración hacia América del Norte, conocido como el gran intercambio biótico americano.
Sin embargo, la formación del istmo de Panamá ha sido establecida por los geólogos durante el Plioceno hace 3 millones de años, mientras que Sibotherium ka tiene 5,8 millones de años.
Esto permitiría creer que existía un corredor terrestre durante ciertos periodos para el intercambio de fauna y flora.
«Quizás lo que Sibotherium ka nos dice es que el surgimiento del istmo no fue en un solo evento sino por etapas, salía y se sumergía, y eso permitía que alguna fauna cruzara», afirmó Rincón.
El paleontólogo añadió que: «Tenemos que recordar que hace 5,8 millones de años había unas condiciones climáticas más frías, entonces probablemente el océano estaba mucho más bajo y probablemente había una cresta oceánica que podía unir lo que hoy es Colombia con Costa Rica, quizás había una cierta conexión estacional por movimientos de mareas».
En Colombia y Venezuela se han encontrado fósiles de la familia Megatheriidae, que tienen relación con Sibotherium ka.
Probablemente el ancestro de esta especie se originó en la parte norte de América del Sur, y posteriormente se dispersó hasta lo que conocemos hoy en día como Costa Rica, y en su camino evolutivo dio paso a una nueva especie.
Para los científicos, esto también da una pista para comprender el surgimiento e historia de la flora y fauna.
«La historia geológica cambiará (…) tendrán que ir armando ese rompecabezas de cómo eran esos pasos terrestres que le permitió a estos animales terrestres cruzar por aquí», expresó a Efe la geóloga experta en paleontología de vertebrados del Museo Nacional de Costa Rica, Ana Lucía Valerio.
CARACTERÍSTICAS DIFERENCIADORAS
En la excavación, que fue realizada en la localidad de San Gerardo de Limoncito, en Coto Brus, en el sur de Costa Rica, los especialistas encontraron tres individuos aunque solamente algunas partes fósiles, pero pese a que las muestras eran pocas -unos 75 fragmentos en total- contaban con la suficiente información morfológica para detectar que se trataba de una nueva especie.
«Tenemos el hueso del tobillo que era clave para compararlo con otros ejemplares de otros museos; tenemos molares y parte de la mandíbula», puntualizó Valerio.
En el análisis los investigadores encontraron que el hueso del tobillo (astrágalo) tiene una configuración muy particular: Es más corto y más ancho que el resto de su familia.
«Eso nos daba una pista impactante de que estábamos frente a algo muy raro», dijo Rincón.
Además, los dientes que se encuentran en un término medio entre cuadrangulares y rectangulares, así como la posición del primer diente en su inserción en la mandíbula revelaba características únicas dentro de la familia Megatheriidae.
SIETE AÑOS DE INVESTIGACIÓN
En el año 2013, el Museo Nacional de Costa Rica recibió una denuncia de que un niño estaba sacando unas «piedras muy extrañas» a la orilla de un río, por lo cual realizaron una visita al sitio y descubrieron los fósiles.
Valerio, junto con el paleontólogo del Instituto Nacional de Aprendizaje César Laurito, iniciaron las excavaciones que permitieron descubrir cerca de 5.000 fósiles, entre ellos caballos, camellos, tiburones, mastodontes, pecaríes, así como la especie de perezoso no identificada.
«Eran un montón de huesos diferentes, el niño los había echado en cajas y los tenía en el patio de la casa. Buscamos el lugar donde habían sacado los huesos y empezamos a buscar el afloramiento, luego de encontrarlo hicimos las excavaciones en época seca porque es un lugar muy peligroso por sus deslizamientos activos», dijo Valerio.
Todo el material extraído del sitio actualmente forma parte del Museo Nacional y ahora el reto será buscar más fósiles en los valles intramontanos de San Gerardo.
«Creo que van a haber restos más completos porque realmente Sibotherium ka son unos pocos huesos que nos dan unas pistas maravillosas de lo que ocurrió en el istmo hace 5,8 millones de años», puntualizó Rincón. EFE