OPINIÓN|
…más duele la caída! dice un adagio popular, y viene como anillo al dedo ahora, que uno de los personajes más poderosos en el Ecuador de los últimos años, y parte de su séquito, han sido sentenciados a 8 años de prisión por haber recibido y entregado sobornos a cambio de la concesión de obras públicas. Rafael Correa, quien manejaba y controlaba a su antojo todos los poderes del Estado, quién adquirió dos aviones de lujo, con dinero del Estado, para su uso personal y el de los miembros de su “corte”, quién instituyo la administración de justicia y las retaliaciones contra la prensa y sus opositores políticos desde una tarima que se instalaba los sábados en cualquier lugar de la república, quién despilfarro una bonanza petrolera que jamás otro gobierno había manejado, quién le puso alfombra roja a su primo Pedro para que fugue del país, quien sabía, de pe a paz, los 700 millones en contratos públicos de su hermano Fabricio, quién fue el “director de orquesta” del más grande saqueo que ha sufrido la patria….hoy se queja, con amargura infinita, con esa amargura que nunca le ha abandonado, que su juicio ha sido “muy rápido” y que ahora “se encuentran condenados a vencer”. Esta última, una frase que resume dos de sus principales características: la arrogancia y el rencor.
Y claro que tiene su gente, está previsto que deba tenerla, como en su momento la tenía Hitler, Mussolini, Stalin, Mao, los Somoza, Pinochet, Pérez Jiménez, Fulgencio Batista. El control del poder, el control de la prensa, las mentiras que repetidas se vuelven verdades, el cinismo como emblema de las acciones, la guerra sin cuartel a los opositores, los jueces sumisos, todo ello es parte de un esquema perfectamente definido y estudiado, y que Goebbels lo conocía y aplicaba al pie de la letra, ¡y que les daba réditos políticos significativos!, sobre todo en un sector de la población vulnerable ante el mesianismo y el siniestro discurso populista. ¡Qué terrible que una disposición fraguada en 2012, por el mismo Correa y su banda, haya servido hoy para sepultar sus inmorales y antiéticas aspiraciones electorales! (O)