OPINIÓN|
Mientras nos vamos inundando de noticias llenas de pus y miseria ocasionadas por estos famosos personajes que se autodenominan como “políticos” y que no han hecho otra cosa más que llenarse los bolsillos de dinero mal habido y las conciencias de pactos obscuros y decisiones encaminadas al beneficio individual, mancillando las necesidades de toda una colectividad.
Conforme avanzamos en este año 2020 y nos hemos ido embebiendo de a poco en el penoso proceso de aceptar que convive con nosotros un virus que nos puede empujarnos a despedirnos de algún ser querido, o inclusive de nosotros mismos, y todas esas condiciones particulares con las que nos toca convivir como el autoaislamiento, la destrucción de la economía redundante, la separación forzosa de quienes nos rodean, o el no poder observar a niños disfrutar de las bondades de un parque como nosotros lo pudimos hacer.
Podemos llenarnos de alegría al observar como un ecuatoriano, digno de admirar y de tomarle como ejemplo, nos brinda la lección más pura de superación y de entrega a una causa en tierras europeas y faculta a que nuestra bandera nacional flamee por las elites más reconocidas del ciclismo mundial; Carapaz en plena época obscura de la sociedad no se dejó vencer ni mancillar, así como tampoco permitió que alguna limitación económica pasada le fuese obstáculo para entregarse en pleno a un sueño que algún día lo mantuvo con energías.
Cualquier condición externa puede suceder a nuestro alrededor, más sin embargo, la decisión única y absoluta de cómo afrontar la vicisitud, queda por completo en nuestras manos. (O)