OPINIÓN|
“En medio de la muerte escrita
como una onda sobre bebidas
que alguien escanciará
a su debido tiempo”
El nacer es morir, la naturaleza nos habla de ello: los árboles, las flores, los ríos que corren y se adentran en los mares, pasar ese callejón final que nos inquieta y nos hiere tan trágicamente cuando los seres amados se nos adelantan.
Y sin embargo nos aferramos a la vida con un cúmulo de pequeñas cosas para conservar la salud, hierbas, frutas y pócimas que son buenas para la vista, excelentes a la piel, en la regeneración del cabello y combatir las arrugas; los alimentos que eliminan las grasas, hasta encontrar una figura perfecta; desde el plano visible procuramos evitar las cargas que nos trae el tiempo esas operaciones estéticas, muchas veces arriesgando la vida.
Alguien dijo “filosofar es aprender a morir”, esta frase nos llega a lo más hondo del ser y nos conduce a pensar que quizá los fantasmas sean los únicos que inconformes con la muerte se manifiestan a los vivos con ruidos, sombras, sonidos y apariciones y que la sentencia bíblica “vanidad de vanidades y todo es vanidad”, rige aún para ellos. (O)