EDITORIAL |
Estamos a pocos días de la fiesta mayor de Cuenca, la conmemoración de su independencia. Tradicionalmente, las programaciones y preparativos tenían lugar con entusiasmo y esmero en estos días. Hacia la mitad del siglo anterior, lo más destacado era el desfile cívico militar en pleno centro histórico, ya que la quietud y tranquilidad lo permitían. Eran importantes las fiestas populares, la tarde del tres, con una serie de eventos como los palos encebados en la Avenida Solano, cuya única construcción importante era el Colegio Benigno Malo. Había la “famosa pesca” en el Tomebamba que consistía recoger bagres muertos por el barbasco que la Municipalidad ponía hacia Sayausí.
Este año habrá una forzada sobriedad. Lo que daba especial disfrute en estas fiestas era la reunión de elevados números de personas en distintos actos. Ahora el Coronavirus lo ha prohibido y eventos importantes tendrán una reducida asistencia. Estaba el tres de noviembre asociado con los bailes que iban desde los organizados por importantes instituciones, hasta los callejeros, en plena vía, que duraban hasta la aparición de la aurora. Nada anticipamos ahora, los hechos, posteriormente, tendrán su lenguaje.