La pandemia en auge, reta a los regímenes de salud, cuestionados en todos los países, con ineficientes respuestas de modelos centrados en la enfermedad con altos recursos económicos y tecnológicos hasta los débiles con más dificultades, en todos los eventos el comportamiento poblacional ha llevado el control relativo de la enfermedad, observándose a nivel general: el miedo a lo desconocido de la situación mórbida, las reacciones disimiles en los estadios del proceso y las respuestas desesperadas individuales, que sucumben a creencias, decires y costumbres, administrándose desde pócimas sin valor terapéutico hasta medicación no indicada, que causa morbilidad e incluso mortalidad. Por lo que todo fármaco se torna peligroso sin autorización de entes de vigilancia que internacionalmente mantienen alerta.
Sale a la luz al menos en Ecuador, la incoordinación en los servicios sanitarios públicos entre si y peor aún con los privados, por cuanto toda relación ligera, entre proveedores de atención ha sido sustentada en la enfermedad, tratando a los síntomas y los signos de las personas sin conocer todavía la historia natural de la enfermedad, que enseña de manera didáctica inclusive cual debería ser el proceder ciudadano ante cualquier patología, cuando los cuidados higiénicos previenen en general las dolencias.
Municipios y prefecturas colaboran con la ciudadanía en el control de la enfermedad, desde arcos de desinfección que ha perdido actualidad, hasta controles en domicilios, que cuando lo hacen de manera técnica obtienen mejores resultados, que el reparto de medicación y/o exámenes sin orden epidemiológico, con un activismo de presencia, pero sin relevancia para evitar contagios, manteniendo la curva de infección directamente proporcional con las actividades que se incorporan progresivamente, aún suspendidas las clases en establecimientos de educación. En este contexto hay que seguir llamando a la sensatez personal y a la respuesta institucional consensuada en los niveles ya sean públicos nacionales y locales como a los privados, para mermar consecuencias de la pandemia, mientras aprendemos. (O)