La palabra plaza viene del latín “platea” y significa calle ancha, para la realización de múltiples actividades en la fisiología de todo pueblo, constituyéndose en el corazón de la urbe, con las más representativas edificaciones de poder político y religioso. En las plazas se concentran actividades comerciales, culturales, sociales
Cuando se habla de una ciudad, surgen nombres icónicos que la identifican con elegancia, intensidad, color, aroma, arquitectura y el caso que nos concierne, está a los pies de una joya como es la Catedral de la Inmaculada, obra magna del alemán y redentorista Juan Bautista Stiehle, vale recordar que fue construido en 1682 el templo del Carmen Alto para las religiosas carmelitas de claustro, en la calle Sucre, en donde disfrutamos propios y extraños de una gama de flores que le brindan una elegancia sin par al parque o plazoleta, imágenes fotografiadas en millones de veces por todo visitante que disfrutó al pasar por ella y mirar a nuestras nativas mujeres elegantizando a las flores de los jardines paucarbambinos.
Ese espacio sirvió para diversas tareas; fue mercadillo, se comercializó paja toquilla y sombreros, surtidor de kerosene para cocinas y faroles, parqueadero de buses, actividades lúdicas, alimentos y golosinas, y en la década de los años veinte se la denominó Plaza Manuel J Calle. Las flores propiamente, se inician comercializando en los años 50, lo recuerdo por cuanto en mi niñez visitaba el local fotográfico del abuelo J Salvador en la calle Sucre y P. Aguirre (aún se aprecia debilitado su rotulo empolvado por el largo tiempo) y descubrí aquel lugar que se volvió mágicamente un espacio emblemático de la cuencanidad. Lugares como el mencionado, deben ser celosamente cuidados, son las huellas digitales de la Cuenca Patrimonial. (O)