«La persona sufre una enfermedad que es crónica, pero que tiende a exacerbarse y ocurre lo que llamamos los brotes con mucha picazón y afectación importante a su calidad de vida», explicó a Efe el pediatra e inmunólogo panameño Luis Fernando Sarmiento.
Catalogada como una enfermedad inflamatoria, afecta a la piel que cursa con prurito (picor) y puede llegar a ser muy intenso hasta el punto de afectar considerablemente la salud física por la escamación que produce el consiguiente rascado, además de la psicológica.
DOS DE 10 ADOLESCENTES
Los expertos apuntan que al menos dos de cada 10 adolescentes en la región padecen esta patología de base genética que se produce por una alteración de los mecanismos de la función barrera de la piel, facilitando la sequedad de la misma, junto con un sistema inmunitario irregular que provoca los brotes de inflamación.
«Si una persona tiene dermatitis atópica, su hijo tiene dos veces más probabilidad de padecerla que la población general, y si ambos progenitores la padecen, entre tres y cinco veces más», comenta Sarmiento, gerente médico de Sanofi Genzyme en el área de inmunología para Centroamérica, El Caribe y Ecuador
En una entrevista virtual desde Panamá, subraya además que la exposición a un ambiente determinado en los primeros años de vida puede llevar a la aparición de la enfermedad.
Así, un bebé que presente alguna alergia alimentaria o dermatitis atópica en los dos primeros años de vida puede mantener esa enfermedad hasta la edad escolar, y aproximadamente el 50 % de los niños dejarán de sufrirla cuando lleguen a la adolescencia.
La dermatitis también puede venir asociada a síntomas respiratorios como el asma o la rinitis alérgica, enfermedades que pueden coexistir en un mismo paciente.
Y no solo está relacionada con otras morbilidades o dolencias del tipo alérgico, sino que las infecciones cutáneas son más frecuentes, como las provocadas por virus como el molusco contagioso o el herpes, bacterias como el estafilococo dorado, u hongos como el que provoca la caspa.
«Los casos que persisten en la adolescencia suelen ser más severos y continuar más allá», señaló el especialista.
DERMATITIS EN ADULTOS
Muchos de los pacientes adultos acarrean la dermatitis desde una edad temprana, pero en el 15 % de ellos la enfermedad debutó a una edad avanzada, lo que dificulta el diagnóstico porque los propios médicos no tienden a considerar esa posibilidad o las lesiones en ocasiones no presentan un aspecto tan típico, subraya Sarmiento.
Los estudios regionales sobre la dermatitis atópica han presentado resultados variables debido a múltiples factores, pero apuntan a una importante prevalencia entre la población.
Se estima que en Latinoamérica entre el 5 y hasta el 30 % de los adolescentes la sufren, apunta el especialista.
Enumeró estudios como uno elaborado en Colombia que arrojó una prevalencia del 14 % en adultos -aunque si un médico diagnosticaba la enfermedad bajaba al 6 %-, otro de México que situaba la incidencia en mayores de 18 años entre el 9 y el 24 %, mientras que una investigación en Guatemala concluyó que el 11 % de la población tenía dermatitis atópica.
Investigaciones internacionales calculan que el 30 % de estos pacientes la tienen en su modalidad moderada o severa.
Conforme a un estudio elaborado por la Universidad Central de Ecuador, una cuarta parte de los niños en escuelas públicas padecía la enfermedad, situación que tendía a aumentar, dijo a Efe el presidente de la Fundación Pacientes Ecuador, Gabriel Orihuela.
Detrás de esta cifra se esconden factores sociales como escasas condiciones sanitarias, apunta, y «lo que podría cursar como una dermatitis leve, pasa a ser moderada y en algunos casos severa».
Además, entre los niños los períodos de crisis son más largos que los de calma en relación a los adultos, y en la actual pandemia se han perdido citas médicas en hospitales, precisamente porque el sistema inmunológico de los pacientes es muy sensible.
TRATAMIENTOS TRADICIONALES Y NUEVOS
Los cuidados básicos cutáneos de estos pacientes son las cremas hidratantes y emolientes, baños breves con agua templada y jabones neutros, mientras que a los que tienen cierto grado de severidad se sugieren tratamientos tópicos con corticoides de diversa potencia.
Pero cuando el paciente no responde bien se le prescribe una terapia sistémica con inmunodepresores, algunos de los cuales provocan efectos nocivos en enfermedades crónicas.
En el espectro de los últimos medicamentos biológicos se encuentra también la capacidad de regularizar la disfunción del sistema inmunitario mediante una inyección subcutánea cada dos semanas en adultos, que ha demostrado resultados prometedores reduciendo las secuelas físicas y psíquicas, comenta Sarmiento.
«Se fortalece la barrera cutánea y a la vez el sistema inmunitario disminuye la intensidad de la inflamación», concluye. EFE