La Organización Meteorológica Mundial (OMM) dijo en una rueda de prensa que se ha llegado a una concentración de CO2 de 410 partes por millón, con respecto a las 400 partes por millón registradas en 2015 y que ya se consideraba un récord alarmante.
La desaceleración de la producción industrial en los primeros meses de la pandemia y los confinamientos que afectaron a gran parte de la población mundial -provocando la disminución del uso del transporte aéreo y terrestre- no han servido para hacer bajar la curva ascendente de los gases de efecto invernadero.
El secretario general de la OMM, Petteri Taalas, explicó que las cuarentenas masivas pueden haber disminuido la emisión de agentes contaminantes y gases invernaderos como el CO2, pero no han tenido ningún impacto significativo en su concentración en la atmósfera.
El calor que este fenómeno produce está detrás del aumento de la temperatura global, de la subida del nivel del mar y su acidificación, del deshielo y de la violencia de algunos desastres climáticos, como los recientes huracanes en el Atlántico.
Taalas recordó que desde 1990 el forzamiento radiativo (diferencia entre la insolación absorbida por la Tierra y la energía que ésta irradia de vuelta al espacio) ha aumentado un 45 %, reforzando el calentamiento del planeta.
Todos los gases de efecto invernadero tienen un periodo prolongado de vida, pero el CO2 que representa el 80 % del total, es el que más dura.
Puede quedarse cientos de años en la atmósfera y más tiempo en el océano.
«La última vez que la Tierra experimentó una concentración de CO2 comparable fue de 3 a 5 millones de años atrás, cuando la temperatura era de 2 a 3 grados centígrados más y el nivel del mar de 10 a 20 centímetros más elevado, pero en ese entonces no tenía 7.700 millones de habitantes», comentó Taalas.
El científico y responsable de la OMM dijo que estos resultados son principalmente consecuencia del uso de combustibles fósiles, entre los cuales se está observando una ligera disminución del carbón, pero un aumento del consumo de petróleo y gas.
Planteó que la solución es impulsar las energías renovables y se mostró partidario de la energía nuclear en ciertos casos, como el de China.
Observó que el mayor problema de esta tecnología es el desecho nuclear, pero al mismo tiempo señaló que no se puede cerrar los ojos al hecho de que «algunos países, como China, necesitan enormes cantidades de energía» y que la energía nuclear «podría responder a esas necesidades masivas».
Taalas recordó que ahora existen nuevas formas de construir centrales nucleares y de tamaños más pequeños.
A preguntas relacionadas con las expectativas que genera en el área del cambio climático la próxima llegada del presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, a la Casa Blanca, Taalas recordó que éste ha ofrecido «invertir un par de billones en tecnologías limpias».
Si esto sucede -agregó- no sólo será positivo por el hecho en sí, sino también por la motivación que puede ser para otros países.
Sobre la Administración de Donald Trump, comentó que a pesar de su mala imagen en lo relativo al medio ambiente EEUU ha cumplido buena parte de los compromisos del Acuerdo de París de 2015, del que Trump retiró a su país.
Taalas mencionó la conversión del carbón al gas, así como inversiones masivas en la energía solar y eólica, con estados dentro de EEUU, entre ellos California y Florida, que han asumido ambiciosos compromisos específicos para sus jurisdicciones. EFE