Bagdad/El Cairo.- Un año después del asesinato del comandante iraní Qasem Soleimani en Irak, este país todavía se encuentra en el fuego cruzado entre Estados Unidos e Irán y podría ser escenario de ataques similares, aunque la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca lo hace más improbable.
El ataque selectivo lanzado por un dron estadounidense tuvo lugar en la noche del 2 al 3 de enero de 2020, cerca del aeropuerto de Bagdad, al que Soleimani llegó desde Damasco y donde fue recibido por el número dos de la agrupación de milicias progubernamentales Multitud Popular, Abu Mahdi al Mohandes, que también falleció en la acción.
Según Abbas Kadhim, director de la Iniciativa Iraquí del centro de ideas estadounidense Atlantic Council, la posición de Irak ahora es más débil porque el ataque «puso en duda la credibilidad del Gobierno iraquí a nivel local e internacional» y lo puso en una «posición complicada» ante sus dos principales aliados, Washington y Teherán.
LAXITUD DE BAGDAD
Las medidas para evitar un incidente parecido en suelo iraquí «ya existían en enero, en forma de acuerdos mutuos», que establecen que EE.UU. no puede atacar en suelo iraquí sin la autorización de Bagdad, explica Kadhim.
Sin embargo, «el Gobierno iraquí no trabajó duro para hacer respetar todos los acuerdos que tiene con EE.UU. y, debido a su laxitud, ocurrió ese ataque».
Es más, el experto considera que «podría volver a pasar en cualquier momento», pero confía en que con la llegada del presidente electo Joe Biden a la Casa Blanca «haya un cambio en el planteamiento y EE.UU. no actúe de forma unilateral en Irak y respete más su soberanía».
Pero Bagdad no puede basarse sólo en la buena voluntad de su aliado, sino que «tiene que negociar un plan de acciones y poner normas concretas, con consecuencias para ambas partes si se violan».
LA RELACIÓN CON EE.UU.
Después del ataque estadounidense en suelo iraquí se puso en duda la presencia de sus tropas en el país árabe y el Parlamento solicitó al Ejecutivo tomar cartas en el asunto, aunque no llegó a pedir la retirada de las fuerzas extranjeras que operan bajo el paraguas de la coalición internacional antiyihadista.
Por iniciativa propia, Washington ha reubicado y reducido parte de sus militares en Irak, donde está previsto que solo queden 2.500 soldados este 15 de enero.
Una fuente de alto rango del Gobierno iraquí afirma a Efe que a día de hoy, al igual que hace un año, «lo cierto es que la estabilidad de Irak se ve directamente afectada por la relación entre Irán y EE.UU.».
«Se espera que con Biden haya una vuelta a la mesa de negociaciones. Cuanto antes Irán y EE.UU. se comprometan a un diálogo significativo, mejor para Irak», asevera la fuente, que pidió el anonimato.
Esta agrega que durante la escalada de la tensión entre sus dos aliados, Irak ha sentido «los efectos de la máxima presión y la máxima resistencia».
A lo largo de este año no se han registrado otros ataques de gran envergadura, pero sí numerosos contra intereses estadounidenses y de otros países en suelo iraquí, principalmente el lanzamiento de cohetes contra la fortificada zona verde de Bagdad y contra bases militares iraquíes con tropas americanas desplegadas.
LAS MILICIAS PROIRANÍES
Washington responsabiliza de esos ataques a la milicia chií Kata’ib Hizbulá (KH), financiada por Irán e integrada en la Multitud Popular, que fue bombardeada por EE.UU. en Irak pocos días antes del asesinato de Soleimani, dando inicio a la escalada de la tensión a finales de 2019.
Mohammed Mohy, un portavoz de KH, afirma a Efe que Irak «no es una arena de combate entre las dos partes, sino que está expuesto a ataques y conflictos», en concreto a «la agresión y a la ocupación estadounidense».
Considera que «Irak era fuerte, estaba saliendo del conflicto con el grupo terrorista Estado Islámico (EI)», sobre el que Bagdad declaró la victoria a finales de 2017. La Multitud Popular jugó en dicho conflicto un papel muy destacado junto a las fuerzas regulares iraquíes, apoyadas por la coalición internacional liderada por EE.UU.
Irak había formado «una gran fuerza militar capaz de enfrentar cualquier amenaza terrorista en sus territorios, pero lamentablemente este Gobierno comenzó a desintegrar esa fuerza y a trabajar para entregar Irak a la influencia estadounidense, y a implementar sus directrices», en opinión de Mohy.
Según este, el país se encuentra en medio de «grandes crisis provocadas por este Gobierno», por lo que «Irak es mucho más débil que hace un año».
«En realidad, estas crisis están provocadas por la presencia estadounidense en Irak y si esa presencia continúa, las crisis continuarán», remacha el portavoz de la milicia, que aboga por la retirada total de EE.UU. de Irak, al igual que el resto de agrupaciones armadas y políticas chiíes, en concreto las alineadas con Teherán.
Si bien el Gobierno iraquí mantiene buenas relaciones con Irán, destacado socio comercial y político, el primer ministro Mustafa al Kazemi, en el cargo desde el pasado mayo, es visto como más favorable al aliado transatlántico. EFE