La caravana, dividida en tres grupos de aproximadamente 3.000 personas cada uno, se coló ilegalmente entre la noche del viernes y este sábado por el puesto fronterizo El Florido, ubicado 200 kilómetros al oeste de la Ciudad de Guatemala, pese a que inicialmente las fuerzas de seguridad habían bloqueado su camino.
«El huracán (Eta) nos botó las casas. Y no podemos trabajar porque hay impuesto de guerra de las ‘maras’ (pandillas) para los negocios», relató a Efe uno de los migrantes que camina con la caravana, David González, de 32 años.
Originario de la ciudad de Santa Rosa de Copán, González señala que, tras perder su hogar, ha vivido debajo de un puente. «El Gobierno dice que no estamos solos, pero la verdad sí estamos solos. No han hecho nada para resolver nada», asevera.
Las 9.000 personas forman parte de una caravana migrante organizada en Honduras y que salió de San Pedro Sula en distintas fases entre miércoles, jueves y viernes.
Los hondureños buscan llegar a Estados Unidos para tener mejores condiciones de vida, alejados de la pobreza y la violencia que azotan el istmo, especialmente después de la pandemia y los huracanes Eta y Iota que tocaron tierra en noviembre pasado.
Tras sobrepasar la frontera, la caravana avanza actualmente sobre el departamento de Chiquimula para trazar una ruta a México, en primer lugar, y posteriormente a Estados Unidos.
Las autoridades migratorias guatemaltecas informaron que actualmente su personal «da acompañamiento» a la caravana por Chiquimula «para evitar incidentes en la carretera».
INGRESO SIN AUTORIZACIÓN
El Gobierno guatemalteco había mantenido durante el viernes su posición de no permitir el ingreso al territorio de los miles de migrantes hondureños.
Sin embargo, ante la gran cantidad de personas que se aglutinaron en la frontera, los agentes de la Policía Nacional Civil decidieron dar un paso al costado y dejaron avanzar a la multitud.
Las autoridades habían advertido que no dejarán ingresar al país a los hondureños si no cumplían con los requisitos establecidos al respecto, especialmente una prueba negativa de la covid-19.
La secretaria de comunicación social de la presidencia, Patricia Letona, indicó a periodistas que es importante destacar que las autoridades «no los dejamos entrar» a los hondureños, pero los migrantes «violentaron las fronteras y disposiciones legales vigentes».
El Gobierno de Guatemala hizo además un llamado este sábado a Honduras para «contener la salida masiva de sus habitantes» mediante un comunicado de prensa.
En la nota de prensa, el presidente guatemalteco, Alejandro Giammattei, solicitó a las autoridades hondureñas que detengan el flujo de salida de migrantes «de manera permanente» mediante «acciones preventivas» para «garantizar la seguridad nacional y de la región».
CARAVANA CON MENORES
Olga, otra migrante que va en la caravana y quien prefiere no divulgar su apellido, tiene confianza en llegar a Estados Unidos y tener un futuro mejor para alimentar a los cuatro menores con los que viaja, según le dijo a Efe.
«Si salimos del país nos arriesgamos a que cualquier cosa nos pase, pero si lo logramos, llegamos a Estados Unidos y nos dan asilo político, vamos a poder trabajar y mantener a nuestras familias», contó Olga.
«Como usted mira tengo cuatro niños. Entonces no tengo la posibilidad de darles estudios. Yo era vendedora ambulante pero nos sacaron de la terminal donde trabajaba porque la privatizaron. Y nos echaron como perros, como basura, como si no valiéramos nada en ese país», agregó la hondureña.
El Instituto Guatemalteco de Migración indicó que es «la primera vez» que una caravana migrante ingresa por el puesto fronterizo El Florido, pues «en ocasiones anteriores» los hondureños acostumbraban avanzar por las pasos fronterizos de El Corinto y Agua caliente.
La primera caravana de este tipo salió en 2018 procedente de Honduras y desde entonces varios grupos migrantes han intentado repetir el trayecto junto a miles de compatriotas, aunque sin éxito en muchos casos. EFE