Desde hace varias campañas electorales, pero especialmente en la que acabamos de pasar, hemos visto aberraciones del sistema político, en lo que ahora se llama, eufemísticamente, “Código de la democracia”.
Es un absurdo lo de 16 candidatos, de personas que se inscriben por vanidad. Han cumplido el denigrante papel de “chimbadores” de una u otra tendencia y, a lo mejor. de aprovechadores de los recursos públicos del financiamiento electoral. Siete candidatos no llegan, vergonzosamente, ni al 1% y esa falta de respaldo popular dice mucho sobre su valor político.
No hay 16 tendencias políticas. En el mundo entero eso no es así. La mayoría de esos mal llamados partidos o movimientos se basan en ideas 0 imaginaciones de “sus dueños”. Cuando más debería haber 4 o 5 partidos a ser urgentemente definidos.
La papeleta electoral para Presidente y Vicepresidente de la República demuestra lo inconcebible sobre las candidaturas. Casi ilegible por lo abultado de la información contenida, una gran cantidad de fotografías minúsculas y muchísimos textos diminutos de nombres de personas y de partidos, hacen completamente difícil orientarse, inclusive para quienes ya iban con la información de lo que estaría en aquella, no se diga para el votante común y corriente con ninguna o poquísima información previa, personas con escasa preparación y con evidente dificultad para orientarse en ese “mare magnum” de una hoja saturada de información ¡Por eso el voto es lo que es!
El electorado sufre tremenda confusión entre los planteamientos de esos diversos “partidos y movimientos” que en mucho se diferencian sólo en la forma y no tanto en el fondo como debería ser. Me temo que esto sea impopular entre nuestros liderzuelos, dueños y comerciantes de los movimientos políticos. Es que allí está su modo de vida y de satisfacer su vanidad. (O)
