Italia trasladó su decisión a la Comisión Europea (CE) la semana pasada y el Ejecutivo comunitario, que tiene la última palabra al respecto, no se opuso a la prohibición decretada por Roma.
Precisamente, el primer ministro italiano, Mario Draghi, conversó ayer con la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula Von der Leyen, sobre cómo acelerar la respuesta sanitaria europea contra el coronavirus, en relación a la campaña de vacunación.
La Comisión Europea (CE) aprobó el mecanismo tras la polémica con AstraZeneca por su anuncio de que durante el primer trimestre iba a suministrar menos de la mitad de las dosis pactadas con Bruselas y la sospecha de que la farmacéutica vendió al Reino Unido vacunas que le correspondían a los países de la UE.
Unas insinuaciones que el laboratorio anglo-sueco rechazó.
La medida obliga a las farmacéuticas a avisar con antelación a las autoridades nacionales sobre cuántas dosis fabricadas en su territorio quieren exportar a terceros países y los países deben decidir en 48 horas si permiten o no la venta, aunque deben consultar previamente a la Comisión Europea.
Las dosis se pueden bloquear si se considera que la cantidad de que se quiere exportar es tan elevada que pone en riesgo el suministro de vacunas a la UE.
El mecanismo de control de exportaciones provocó una crisis política entre Bruselas, Dublín y Londres, por el permiso inicial que la Comisión Europea dio para poder bloquear la exportación de vacunas entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte.
Bruselas tuvo que rectificar de inmediato tras las conversaciones telefónicas que Von der Leyen mantuvo con el primer ministro británico, Boris Johnson, y el irlandés, Micheál Martin, sobre una decisión que iba en contra del espíritu de preservar los Acuerdos de Viernes Santo que las negociaciones del Brexit tanto han querido preservar. EFE